Santoral

Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, Sacerdocio que no pasa

Las reminiscencias de la Pascua, siguen estos días después de la Solemnidad de Pentecostés. En estos inicios de la segunda parte del Tiempo Ordinario en su séptima semana celebramos a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. La Sagrada Escritura recuerda en el Antiguo Testamento en alusión profética a Cristo: Tú eres Sacerdote Eterno según el rito de Melquisedec”. El Nuevo testamento señala que Cristo tiene el Sacerdocio que no pasa.

También recuerda que “Cuando muere y resucita entra de una vez para siempre en el Santuario del Padre”. Con esta celebración se quiere recordar que el Único Sacerdote es el Señor Jesús. Los demás participamos de su Ministerio. Unos por el sacerdocio común que es el que surge por el Bautismo y del que participamos todos. Por otro lado, se encuentra el Sacerdocio Ministerial que es el que tienen aquellos cristianos que lo han recibido por la imposición de manos del Obispo.

La festividad tiene lugar en toda la Iglesia como una pequeña evocación de Jesús Sumo y Eterno Pontífice. El Concilio Vaticano II fue un gran propagador de esta festividad que se veía como posible Fiesta. El motivo es que en España,el obispo Monseñor José María García Lahiguera, fundador de las Oblatas de Cristo Sacerdote pidió en Roma que se incluyese esta Celebración. Este carisma de las oblatas pide la santificación de los sacerdotes y el surgimiento de nuevas vocaciones sacerdotales.

Al principio se celebraba de forma especial en algunos lugares. En 1971 se aprueban los textos. En 1973 entran en vigor para toda la Iglesia. En muchos lugares de Hispanoamérica se habían incluido textos para la celebración llamada “Jornada de santificación de los sacerdotes”. San Juan Pablo II se fija en este Misterio en su Encíclica “Ecclesia de Eucharistia”. La Iglesia cuando instaura Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote lo fija para el jueves siguiente a Pentecostés.


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