El mensaje del bautista

En este segundo domingo de Adviento, el Evangelio nos propone fijarnos en la figura de Juan el Bautista, el último de los profetas

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“Aquel día brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor”. Con estas brillantes promesas (Is 11,1-2), el profeta anuncia el nacimiento de un descendiente de Jesé, el padre del rey David.

Era este un mensaje de esperanza y de confianza, puesto que sobre ese heredero derramaría el Señor sus dones. También ahora suena como un mensaje de paz que abarca a toda la naturaleza, según las imágenes que utiliza el profeta.

No es extraño que el salmo responsorial se haga eco de los mejores anhelos de la humanidad: “Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente” (Sal 71,7).

El consuelo que nos ofrecen las Escrituras junto con nuestra paciencia nos ayudarán a mantener viva la esperanza. Así lo escribe san Pablo a los Romanos (Rom 15,4). He ahí una buena lección para este tiempo de Adviento.

La conversión del hombre

Durante la primera etapa del Adviento Juan el Bautista aparece en el desierto de Judá vestido con una piel de camello que recuerda la figura del profeta Elías. Sus palabras son el eco de otro profeta que invitaba al pueblo a retornar del exilio por las nuevas calzadas que Dios le preparaba. Ahora el retorno prometido ha de ser espiritual (Mt 3,1-12).

• “Convertíos porque está cerca el reino de los cielos”. El hebreo nunca pronuncia el nombre inefable de Dios. Al anunciar la llegada del reino de Dios se proclama que el mismo Dios esta cerca. Esa cercanía no puede dejar indiferentes a los hombres. Convertirse significa revisar los valores personales y sociales y aceptar el señorío de Dios

• “Dad el fruto que pide la conversión”. Pero revisar los valores morales no puede limitarse a un ejercicio intelectual o económico. A quienes acuden a escucharle, el Bautista les exhorta a producir los frutos que exige la llamada del Señor. Presumir de pertencer al antiguo linaje de Abraham, como algunos hacen, no les dispensa de practicar la justicia.

Y el juicio de Dios

El Bautista se presenta como un pregonero enviado por Dios. Cuando le preguntan si él es el Salvador se limita a responder que él auncia la salvación.

• “El que viene detrás de mí puede más que yo”. Su poder esta precisamente en su debilidad. El Mesías vino entonces y viene a nosotros con un poder que deja en ridículo a los que presumen de su saber y a las estructuras orgullosas de su fuerza.

• “Yo no merezco ni llevarle las sandalias”. El verdadero profeta nunca puede alardear de nada. El mensajero no es dueño del mensaje. También hoy, un evangelizador que no es humilde manifiesta con su orgullo la vaciedad de la misión que se atribuye.

• “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. El viento y el fuego son fuerzas benéficas, pero temibles. Con su violencia pueden arruinar nuestra casa. El Bautista sabe que el viento y el fuego de Dios vienen a purificar nuestro mundo.

• “Él tiene el bieldo en la mano”. El bieldo era usado por los labradores para aventar la paja y separarla del grano. Es una buena imagen para reflejar el juicio de Dios. El Señor ejercerá el discernimiento definitivo sobre nuestros proyectos y realizaciones.

- Señor Jesús, nosotros esperamos tu venida a nuestro mundo y la anunciamos con esperanza. Purifica tú nuestro corazón y llámanos a la conversión.¡Ven, Señor Jesús!


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