El gran rabino sefardita de Israel pide a los fieles que vayan armados a la sinagoga

Yitzhak Yosef justifica su llamamiento por la «tensa situación de seguridad» generada por los atentados de los dos últimos meses

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«Debido a la tensa situación de seguridad, aquellos que tengan licencia para llevar un arma (…) deben traerla a la sinagoga y ayudar a proteger al público». La petición no es de un cualquiera, sino del rabino jefe Yitzhak Yosef, la máxima autoridad de la comunidad judía sefardita en Israel. El religioso pide, eso sí, que quienes lo hagan, las oculten mientras estén en el interior por «modestia».

Yosef emitió su comunicado después de que en la noche del pasado día 5, dos terroristas palestinos entraran clandestinamente a Israel desde Cisjordania y asesinaran a tres personas en un parque y en una carretera de Elad, una localidad próxima a Tel Aviv habitada en su mayor parte por judíos ultraortodoxos. Las víctimas tenían 35, 44 y 49 años y entre los tres dejan 16 huérfanos. El atentado, perpetrado con un hacha y un cuchillo, tuvo lugar al final de los festejos por el Día de la Independencia. Los presuntos terroristas fueron detenidos este lunes. Se trata de dos jóvenes palestinos de 19 y 20 años de una población cercana a Jenin.

Desde el pasado mes de marzo han sido asesinadas 19 personas en atentados como este. Tras el perpetrado en el asentamiento ortodoxo de Bnei Brak, con otras cuatro muertes, el primer ministro Naftali Bennett pidió a aquellos ciudadanos que tuviesen licencia de armas que las llevasen siempre consigo. Otros funcionarios han hecho después llamamientos en la misma línea. «Si [en Elad] hubiera habido una o dos personas con armas, el atentado se habría detenido en seco. No ocurrió porque los civiles no tenían armas», ha dicho el exjefe de la policía de Tel Aviv.

La declaración del rabino Yosef, no obstante, ha causado sorpresa, pues son muchos los judíos ortodoxos que consideran inadecuado llevar y mostrar armas en la sinagoga.

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¿Sacerdotes armados?

No parece, en efecto, muy correcto acudir armado a una sinagoga, a una mezquita o a una iglesia. Se trata de lugares de oración a los que los creyentes van a encontrarse con Dios. Sin embargo, es cierto que cada vez son más frecuentes los atentados y matanzas en ellos, pues los terroristas no solo no respetan su sacralidad sino que pretenden hacer de esos lugares de culto una caja de resonancia. Los medios de comunicación han informado en los últimos años de acciones criminales tanto en sinagogas (Estados Unidos, Turquía, Alemania, Túnez), como en mezquitas (Nueva Zelanda, Canadá, Afganistán, Pakistán, Yemen, Kuwait) e iglesias (Francia, Egipto, Pakistán, Indonesia, Sri Lanka).

Pero, ¿es ello motivo para profanar con herramientas concebidas para matar los lugares santos?

En Filipinas, hace cuatro años, la Iglesia católica tuvo que fijar su posición respecto a la posesión de armas por parte de sacerdotes. En pocos meses habían sido asesinados seis de ellos y el gobierno ofreció armas al clero para que pudiera defenderse. Unos 250 curas y religiosos, aseguró la policía, aceptaron la oferta.

La Conferencia Episcopal, sin embargo, se opuso a ello con firmeza. «Somos hombres de Dios, y es parte de nuestro ministerio enfrentarnos a la muerte, en caso de ser necesario», dijo el entonces presidente de los obispos, Rómulo Vallés.

Y Pablo Virgilio David, vicepresidente entonces y a la cabeza del episcopado hoy, añadió: «Los sacerdotes que deseen llevar armas de fuego en defensa propia ya pueden considerar abandonar el sacerdocio y unirse al ejército o la policía».

Un sacerdote, recordó el episcopado, es un Buen Pastor, alguien preparado para dar la vida por su rebaño: un hombre pacífico y no violento. No hay nada que desentone más, por tanto, que la imagen de un hombre de Dios armado. Por algo la sabiduría popular ha acuñado la expresión: a este le sienta eso «como a un Cristo dos pistolas».

Francisco: «Las armas no se bendicen»

El año pasado, el Papa Francisco también habló de sacerdotes y de armas. Lo hizo en un encuentro con jóvenes en el que lamentó que hubiera sacerdotes que las bendijeran. «A mí me duele ver cuando los sacerdotes bendicen las armas. Los instrumentos de matar no se bendicen», dijo el Santo Padre.

En 2014, por cierto, el Pontífice y el gran rabino Yitzhak Yosef coincidieron en Jerusalén. Fue en la visita de cortesía que Francisco le hizo a él y a su homólogo azkenazi David Lau durante su peregrinación a Tierra Santa para conmemorar el cincuenta aniversario del encuentro del Papa Pablo VI con el patriarca Atenágoras. Que haya trascendido, el rabino jefe Lau no se ha pronunciado sobre si se puede llevar armas, o no, a la sinagoga.

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