La historia de Pepe, el dueño del Bar 'Casita Lucía' en el Camino de Santiago: "Yo quería ayudar a la gente"

En 'Diario de un peregrino', Javier Escartín nos sigue ofreciendo testimonios de personas cuya vida cambió tras el Camino de Santiago

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Javier Escartín sigue mostrando cada noche a los espectadores de ‘Diario de un peregrino’ muchas historias y muchas anécdotas que el Camino de Santiago regala en cada etapa.

En la localidad de Bargota se encuentra la Ermita del Poyo donde Javier se ha encontrado con un chiringuito donde los peregrinos pueden descansar y tomar algo fresco antes de volver a caminar. Pepe es el dueño de este bar, un hombre que, tras vivir toda su vida en Cataluña, decidió tomar quizás la decisión más importante de su vida.

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La decisión más importante de su vida

“Estaba haciendo el Camino de Santiago con unos amigos y cuando llegamos a la Ermita del Poyo me pasó algo que me hizo pensar en mí y en mi vida. Pensé que lo que estaba haciendo antes no era lo más acertado: yo vivía en Cataluña, tenia una forma de vida cómoda y agradable, pero yo creo que no era lo suficientemente feliz” confiesa Pepe a Javier.

Pepe sigue contando su historia y cuenta que dejó allí sus amigos “y me volví a Tarragona para decirle a mi familia que me quería ir al Camino a vivir. Al principio no me hicieron caso y al año siguiente ya se lo dije màs serio: “Que sepáis que me voy a vivir a Viana. Yo quiero vivir en el Camino y estar allí todo el tiempo”.

Toda la familia decidió seguir al padre: “Desde entonces lo que yo siento es calma: en mi vida, en mi cabeza, en mi corazón. Todos los días tengo alguien que ayudar, mentalmente y físicamente en los dolores que pueda tener en el Camino y en la vida. Siempre que vengo aquí encuentro alguien que tiene necesidad o de hablar o de compartir cosas”.

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Diario de un peregrino: 22ª etapa, San Martín del Camino - Astorga

"Volveremos a soñar y a seguir disfrutando de la vida"

La vida que tenia antes Pepe era una vida cómoda, “he tenido cinco barcos, he vivido muy bien. Aquí no tengo nada, pero sí realmente soy feliz. El dinero es algo que va y viene, yo quiero ayudar a la gente. Cuando consigues ayudar a la gente y que luego vuelvan a este bar a decirme que les ha ayudado, eso es lo más feliz del mundo”.

Nuestro ‘peregrino’ ya tiene que seguir el Camino, pero antes Pepe le quiere regalar un último consejo: “Lo que merece la pena es la gente que hace el camino, no yo. En cuanto la pandemia pase un poquito volveremos a soñar, a seguir disfrutando de la vida, del camino, de compartir cosas y sobre todo sentimientos que es lo realmente necesitamos. En las ciudades donde vivimos no hablamos”.

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