Perforar pozos para obtener agua y fijar población: el proyecto de Manos Unidas en Kenia

La Hermana Soledad Villigua ha explicado el proyecto de Manos Unidas en el desierto de Turkana, uno de los espacios más castigados por la crisis climática: "Cada vez llueve menos"

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'El efecto del ser humano': así es el nombre que recibe la campaña de Manos Unidas que denuncia la mano del hombre en la crisis climática. Se habla incluso ya de 'migrantes climáticos' o 'descartados climáticos' y, por eso, la ong de la Iglesia lanza esta campaña urgente.

La Hermana Soledad Villigua es testigo de los efectos climáticos en el desierto de Turkana, al norte de Kenia. La religiosa, perteneciente a la congregación Misioneras Sociales de la Iglesia, ha explicado que se tratan de “tierras desérticas” donde las sequías son cada vez más intensas y, cuando lo hace “se llevan a animales y personas porque vienen en caudal”.

A ello se suma un empobrecimiento de la vegetación, lo que obliga a las familias a emigrar, ya que no pueden ejercer la única actividad que pueden desarrollar, la agrícola: “No tienen con qué alimentar a las cabras y se van, y esto hace que los hijos no puedan asistir a la escuela, y cuando no hay educación, no hay desarrollo”, ha lamentado la Hermana Soledad.

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Perforar pozos para obtener agua y fijar población: el proyecto de Manos Unidas en Kenia



Ante este parnorama complicado, Manos Unidas colabora en proyectos de perforación de pozos para obtener agua, para de esta manera lograr asentar población y evitar desplazamientos. Una labor que iniciaron hace más de dos décadas: “El momento en el que se perfora un pozo el coste es de entre 12.000 15.000. Gracias a ello podemos instalar centros nutricionales para niños pequeños y el gobierno logra construir centros de Primaria y Secundaria para que las familias se asienten en estos lugares”.

El día a día es muy duro en Turkana como consecuencia de la crisis climática. La Hermana Soledad Villigua se pregunta cómo es posible vivir esta realidad en pleno 2024: “Hay hermanos que no tienen lo básico, están sin energía eléctrica, no hay carreteras para trasladar los alimentos, tenemos que viajar entre cuatro y seis horas en el mejor de los casos para hacerlo, siempre que el vehículo no se averíe”, ha relatado la religiosa.

Y mientras esta es la situación que se viven en rincones del planeta como Kenia, en países del Primer Mundo parece que la comida sobra al tirarse a la basura en muchos casos: “¡Cuánto daría por recoger la comida y dárselo a nuestros niños y ancianos!”.

“La humanidad está tan cerrada que solo pensamos en nosotros mismos y queremos que desde las grandes naciones, que generan mayor impacto dentro del clima, tengan esa conciencia. No les negamos el derecho a vivir bien, pero que lo hagan pensando que los otros también necesitan una vida digna”, ha expresado.

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