Estos son «los nuevos caminos» de evangelización que propone la Iglesia en América Latina

Presentado en Roma el documento con las reflexiones y propuestas surgidas de la I Asamblea Eclesial continental, «un hito» en la andadura de la Iglesia latinoamericana y del Caribe

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El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) presentó el pasado 31 de octubre en Roma el documento «Hacia una Iglesia sinodal en salida a las periferias», que contiene las reflexiones y propuestas salidas de la I Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe. La fase final de este evento tuvo lugar en Ciudad de México del 22 al 28 de noviembre con participación en doble modalidad (presencial y online) de 1.104 personas, entre laicos (39%), religiosos y religiosas (15%), sacerdotes y diáconos (24%), obispos (21%) y cardenales (1%). Pero el encuentro fue precedido de un proceso de escucha en el que participaron más de 70.000 personas.

Como es sabido, la intención primera era celebrar una VI Conferencia General del Episcopado Latinoamericano —la anterior, en Aparecida (Brasil), tuvo lugar en mayo de 2007— y fue el propio Papa Francisco quien animó a los obispos a «emprender un proceso más acorde a los tiempos de hoy» y organizar un «encuentro eclesial y sinodal, donde todo el pueblo de Dios pudiera participar y expresarse (…)».

«La forma en que se llevó a cabo la Asamblea, tanto en su proceso de preparación como el evento final —se subraya ahora— demuestra que la Iglesia sinodal del primer milenio no es una utopía irrealizable. La Asamblea insertó la colegialidad episcopal en el seno de la colegialidad eclesial, poniendo de relieve al laicado como sujeto eclesial. Es la expresión del ejercicio del principio de la Iglesia del primer milenio: “todo lo que concierne a todo debe ser discernido y decidido por todos”». Anteriormente, como se recordará, la Iglesia continental había celebrado cinco conferencias generales del episcopado: Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007).

El documento presentado en Roma recoge los frutos de esta I Asamblea Eclesial, definida como «una expresión inédita» de sinodalidad en la Iglesia latinoamericana, «un verdadero hito», «un antes y después» en el camino evangelizador. El texto, de unas 150 páginas y elaborado según el método «ver, juzgar, actuar» empleado en los documentos continentales anteriores, fue «analizado, completado y aprobado» en asamblea extraordinaria del CELAM el pasado mes de julio.

El Papa ha pedido ahora a su presidencia, encabezada por el arzobispo de Trujillo (Perú), Héctor Miguel Cabrejos, que lo entregue al cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos.

Estas son algunas de las propuestas que contiene el documento.

Clamor de pobres y excluidos

La Iglesia latinoamericana propone «escuchar más el clamor de los pobres, excluidos, descartados» y fortalecer «la dimensión social del Evangelio en la vida cristiana y en toda la misión evangelizadora». «Para que esas acciones se tornen realidad —dice— es necesario que la Iglesia se haga cercana, abierta, sensible y comprometida con los problemas que vive el pueblo. (…) No puede callarse ante las injusticias, pero a la vez debe ser puente de reconciliación».

El modelo económico vigente, «que privilegia el mercado sobre las personas y las familias» —constata el documento— «tiende a transformar todo en mercadería y a priorizar la ganancia máxima sin considerar los costos humanos, sociales y ambientales», generando «brechas de inequidad cada vez más profundas e insalvables».

Según se indica, el número de personas que viven en pobreza extrema ha pasado de 81 a 86 millones con la profundización de la crisis por la pandemia de Covid-19. La FAO y el Programa Mundial de Alimentos calculan que en el continente hay 12,7 millones de personas que pasan hambre, sobre todo en cinco países: El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Haití.

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Superación del clericalismo y renovación de la formación en los seminarios

La Asamblea Eclesial Latinoamericana propone renovar la formación en los seminarios y casas religiosas. «Un aspecto imprescindible de esta tarea educativa, en la cual ya existen orientaciones universales y locales, está en brindar una formación sinodal que ayude a erradicar el clericalismo y el autoritarismo en la Iglesia», señala. «También es un imperativo enseñar el pensamiento social de la Iglesia e incluir temáticas como: ecología integral, pueblos originarios, inculturación e interculturalidad».

«Es urgente superar el clericalismo en todas sus expresiones, en el Clero, los consagrados, e incluso entre los laicos y laicas. Con el Papa Francisco afirmamos la necesidad de “crear una cultura eclesial marcadamente laical”», se puede leer en el punto 308.

Protagonismo de la mujer en la Iglesia y en la sociedad

La Iglesia en América Latina reconoce que «algunas autoridades» eclesiales «no terminan de aceptar el acceso de las mujeres a roles de liderazgo o dirección en una Iglesia gobernada por varones»; y propone «dar pasos concretos» en esta dirección. «Estos cambios —se dice en el punto 314— no pueden depender de la buena voluntad de los presbíteros y obispos, sino que implican la formalización de ministerios propios y su integración en estructuras de decisión tanto en las Iglesia locales como en las Conferencias episcopales nacionales».

Abusos sexuales, de poder y de conciencia en la Iglesia

La Asamblea Eclesial reconoce que «persiste la ausencia de reparación integral a víctimas y a sus familias por parte de la institución eclesiástica» y demanda «más disposición a denunciar y cooperar, y a reconocer los errores del pasado y pedir perdón con humildad y reparación».

Pueblos originarios y afrodescendientes

Son calificados nuevamente —ya lo hizo Puebla en 1979— como «los más pobres entre los pobres» y se reconoce, con Aparecida, que «sus territorios siguen sin reconocimiento y protección», que sus culturas y religiones no siempre son respetadas y que son víctimas de todo tipo de violencia. La Asamblea Eclesial llama a «cuestionar las formas de colonización cultural disfrazadas de evangelización y fomentar el respecto y el intercambio entre las culturas». Y condena la triple discriminación que sufren las mujeres de estos grupos: en cuanto mujeres, en cuanto pobres y en cuanto indígenas o afrodescendientes.

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Migrantes y refugiados

Los migrantes y refugiados requieren atención prioritaria en la promoción y defensa de su derechos. Se propone trabajar en red para atenderlos y exigir políticas públicas que reconozcan el derecho a migrar y a no migrar, al refugio y al asilo. Se insta, asimismo, a sensibilizar a las comunidades eclesiales sobre las causas de la migración forzada. Se trata de un grupo humano —se reconoce— que «lamentablemente no siempre despierta la solidaridad de muchos hermanos. La Iglesia debe darles ayuda porque su realidad configura un signo de este tiempo».

El documento aborda también cuestiones como la liturgia inculturada y la religiosidad popular, el protagonismo misionero de los jóvenes, la salida a los nuevos areópagos, la presencia de los cristianos en la economía y la política, la defensa y promoción de la vida y de los derechos humanos. Y reivindica «una Iglesia profética y cercana».

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