EN 'EL ESPEJO'

Las comunidades "oficial" y "clandestina" caminan para ser una sola Iglesia en China

Es la historia de dos sacerdotes, uno de cada lado, que han celebrado juntos una misa con la bendición del obispo y gracias al acuerdo China-Vaticano

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Hoy contamos en El Espejo cómo está fraguando en China el proceso de reconciliación y unidad entre diversas comunidades católicas que llevaban años enfrentadas, tras el acuerdo entre la Santa Sede y el Gobierno de Pekín.

La diócesis de Baoding, en la provincia china de Hebei, ha sido durante décadas escenario de profundas divisiones que parecían incurables entre las comunidades “oficial” y “clandestina”. Precisamente allí, durante los primeros días de marzo, dos sacerdotes representantes de ambas comunidades quisieron celebrar juntos una misa de reconciliación, bendecidos por el obispo Francisco An Shuxin y acompañados por cientos de bautizados.

Por la tarde, los católicos se reunieron para recitar el rosario. El padre Yang Yi Cun, de la comunidad hasta ahora llamada “oficial”, llegó con la banda, el coro y la orquesta. Desde el lado opuesto llegó Yiang Yan Li, de la comunidad hasta ahora “subterránea”, con sus monaguillos, las monjas y los fieles. Las dos comunidades se fundieron en un único grupo y prosiguieron juntas en procesión con la cruz, las velas y el incienso. Todos cantaban el himno tradicional titulado “Nuestro gran Papa”, hasta llegar a la estructura improvisada que usan como iglesia, en la que se celebró la Misa.

Frente a esta iglesia “provisional”, estaba esperando a los dos sacerdotes y a la procesión el obispo An, que dijo: “Durante demasiados años no hemos estado juntos… Ahora no se trata de pensar en quién ha ganado y quién ha perdido: siguiendo al Papa, todos nosotros somos de Cristo, y Cristo quiere que seamos una sola cosa. Después de la misa, bendecidos por el obispo, ambos sacerdotes y algunos miembros de la comunidad y de las autoridades locales se reunieron para discutir sobre las obras de la parroquia, que se convirtieron en un compromiso compartido por las comunidades que parecían irremediablemente divididas. Unidos al mensaje del Papa, estos sacerdotes han decidido abandonar resquemores del pasado, y bajo la guía del obispo An, nombrado por el Papa y reconocido el Gobierno, caminarán como una única Iglesia, en la que ya no hay “clandestinos” ni “oficiales”.

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