Carta del obispo de Cartagena: «Corpus Christi»

José Manuel Lorca Planes recuerda que «el amor y la caridad que debemos vivir tiene un estilo samaritano, es la respuesta más lógica de un corazón que conoce a Dios»

Tiempo de lectura: 2’

La solemnidad del Corpus Christi es una fiesta muy especial para todos los cristianos, porque es la exaltación del Cuerpo y de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, que desde tiempo inmemorial celebra la Iglesia Católica. Los cristianos atestiguamos nuestra gratitud y adoración a tan inefable regalo de la presencia real de Nuestro Señor en la Eucaristía y por los méritos de la muerte, pasión y resurrección de Nuestro Señor. En ese día se echan las campanas al vuelo, porque es Jesucristo Sacramentado quien pasea por nuestras calles y barrios, quien se acerca a nuestros hogares, se acerca a nuestras inquietudes, esperanzas y sufrimientos, porque son muchos cristianos los que en la procesión del Corpus elevarán oraciones por todas las necesidades. Nuestras ciudades y pueblos de la Diócesis dan testimonio de esta solemne tradición.

¡Es a Dios mismo, al Señor del cielo y de la tierra, al que ven nuestros ojos, bajo las sagradas especies del pan y el vino! Si sabes que Dios te quiere y te ofrece tantas oportunidades para la santidad y la salvación, sabrás también que se lo ofrece al hermano, al prójimo, y ello te lleva a ser respetuoso con el otro. Dios nos ha concedido esta capacidad de reconocer, promover y ayudar a los hermanos, esto está grabado en la naturaleza misma del ser humano, ¡qué bien nos ha hecho el Señor! ¡Cuánto hemos de trabajar para no romper el proyecto divino! Es más, lo que identifica y causa la admiración de todos, no es otra cosa, que el amor. En los Hechos de los Apóstoles se nos describe la vida de las primeras comunidades y expresamente se dice que todo lo tenían en común (Hch 2,41-47), que vendían sus posesiones y el producto de la venta lo ponían a los pies de los Apóstoles, que los destinaban a socorrer las necesidades de los débiles. En estos momentos de la Iglesia naciente, la gente se sorprendía del clima fraterno en el que vivían los hermanos en la fe: «Con un solo corazón y una sola alma».

El amor y la caridad que debemos vivir tiene un estilo samaritano, es la respuesta más lógica de un corazón que conoce a Dios. El amor verdadero a Dios nos exige atender a los menesterosos que nos vamos encontrando por la vida. La caridad pide respuestas prácticas en el momento y a la hora que se exigen, como nos dice el Papa Francisco. Esto mismo hacen todos los voluntarios de Cáritas, de Jesús Abandonado... ¡Cuántas gracias doy al Señor por tantos voluntarios que entregan su tiempo! Y los tenemos cerca, no son superhéroes de cine, sino que son tus compañeros de trabajo, tus vecinos, las amas de casa…, que tienen un gran corazón y una sensibilidad especial para salir al encuentro del otro. El santo Cura de Ars, en un sermón sobre la limosna, decía: «La caridad no se practica solo con el dinero. Podéis visitar a un enfermo, hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama, prepararle los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro apropiado…». La caridad es el fundamento de todas las virtudes.

Responded a la llamada de la caridad siempre, que el que comienza a compadecerse de la miseria del otro, empieza a abandonar el pecado. Os ruego que consideréis cómo podéis colaborar con la obra que lleva adelante Cáritas para ayudar a los más desfavorecidos.


+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena


Religión