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La lenta agonía de los chiringuitos más cotizados de Maspalomas

Los diez chiringuitos de la playa de Maspalomas (Gran Canaria) eran negocios muy rentables, con cajas envidiables para los apenas 20 metros cuadrados que ocupa cada uno, pero tras un año de cierre se enfrentan a una situación de incertidumbre difícil de soportar por sus empresarios.,Los quioscos de la playa por la que cada día pasaban miles de turistas europeos, ya fuera invierno o verano, no han abierto la persiana desde el 14 de marzo de

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3' Actualizado 10:57

Laura Bautista

Los diez chiringuitos de la playa de Maspalomas (Gran Canaria) eran negocios muy rentables, con cajas envidiables para los apenas 20 metros cuadrados que ocupa cada uno, pero tras un año de cierre se enfrentan a una situación de incertidumbre difícil de soportar por sus empresarios.

Los quioscos de la playa por la que cada día pasaban miles de turistas europeos, ya fuera invierno o verano, no han abierto la persiana desde el 14 de marzo de 2020. Hace ya doce meses y medio que no sirven ni una caña, negocios que facturaban dos millones de euros al año, referencias de la playa que se han convertido en meros elementos fantasma.

Los chiringuitos de Maspalomas se dividen en dos lotes: El Cochino y Playa del Inglés, por un lado, y el Faro, por otro, aunque los empresarios de ambas partes de la playa coinciden en relatar una situación angustiosa, sin respuestas y sin previsión de apertura.

Los empresarios aseguran que no han recibido orden oficial de cierre, pero son conscientes de que el contrato caducó hace años. Se venía prorrogando hasta que llegó el primer estado de alarma, pero desde aquel cierre, no se han levantado y sus trabajadores, una treintena, forman parte de los 90.000 canarios que están en ERTE.

A la espera de que se convoquen de nuevo las concesiones y de analizar sus nuevas condiciones, los chiringuitos siguen sin actividad, en la incertidumbre.

Este es el caso de los tres chiringuitos de la zona del Faro que regenta Manuel Rodríguez Quintero junto a su hija Yaiza Rodríguez, que solían facturar en torno al millón de euros y ahora solo generan gastos. Solo el más popular de todos, el conocido como Chiringuito 7, generaba más de 450.000 euros anuales de caja, por lo que cada uno de sus 20 metros cuadrados estaba entre los más rentables de todo el sur de Gran Canaria.

El futuro de estos negocios de playa está en el aire, y es que no solo están ligados a un turismo escaso en tiempos de covid, sino al servicio de hamacas y a los plazos y decisiones municipales.

Para poder sobrevivir a un año sin ingresos, los empresarios han tenido que poner a sus trabajadores en ERTE, 13 en cada uno de los lotes, recurrir a créditos ICO y ajustar gastos.

Aunque han reducido gastos de todo tipo, siguen "teniendo que pagar ciertas cosas con cero ingresos", se lamenta Rodríguez Quintero. Entre los gastos, el porcentaje de los ERTE que les corresponde por trabajador, un alquiler de 700 euros para almacenaje de mercancía, limpieza y algunos impuestos y tasas.

Sin embargo, mantener estos gastos es mejor que abrir porque "sin turistas es imposible". El retorno a la vieja normalidad lo ven aún lejano.

Cuando estaban activos, los chiringuitos generaban gastos de 80.000 euros mensuales en el lote de Rodríguez Quintero, entre los pagos al ayuntamiento, a proveedores, personal, gasóleo y alquileres.

"Ahora no tengo todos los gastos que tenía cuando estaba el negocio abierto, pero tampoco ingreso un duro", señala este empresario, que no hace previsiones para volver abrir, consciente de que "solo con el turismo local no se puede vivir".

En su almacén la mercancía se acerca a la fecha de caducidad y, mientras tanto, empresario y trabajadores "aguantan el tirón".

Una situación similar atraviesa Alexis Ríos, gerente de cinco chiringuitos en Playa del Inglés, cuatro de tipo comercial y uno con servicio de taquilla. Desde el 14 de marzo "están los 13 trabajadores en ERTE y sin ver salida", algo que le preocupa.

Ríos llegó a llevar la concesión de ocho de los quioscos antes de la instalación de los nuevos, un negocio que conoce bien y en el que se inició en 2005. A su llegada, hace más de 15 años, subrogó a los trabajadores del concesionario anterior y ahora le preocupa lo que pasará con la situación actual, la finalización de los ERTE y un posible cambio de gerencia.