En un mensaje dirigido a las Academias Pontificias, el Papa aborda el tema de la belleza como camino para llegar a Dios, una vía destacada también por sus predecesores. Francisco destaca que los artistas son testigos de esperanza para la humanidad, al cuidar de la belleza que sana tantas heridas del alma y del corazón del hombre a lo largo de los tiempos. La Iglesia ha reconocido siempre al arte como camino para expresar el significado de la vida, para proclamar, en palabras de san Juan Pablo II, la magnificencia de la creación divina, de la dignidad del hombre y de la esperanza que se alza frente al pecado y la muerte.Francisco afirma en su documento que las iglesias, especialmente las surgidas en las periferias, son auténticos oasis de belleza al favorecer el encuentro con Dios de la comunidad. Por eso alienta a los pintores y arquitectos, poetas y fotógrafos, cada cual en su disciplina, a hacer brillar la belleza, sobre todo allí donde domina la oscuridad. Y los encomienda a la Virgen María, “la verdadera centella de la belleza” cuya inmaculada concepción celebramos mañana. En tiempos de oscura incertidumbre, la Iglesia ensalza la belleza como reflejo de la nostalgia del hombre por la verdad, la justicia y el bien. Esa nostalgia remite a la nostalgia de Dios, que de una forma u otra, late en el corazón de todo hombre.