El Papa anima a Europa a crecer en la fe para no ser insensibles "al descarte de la vida humana"
El Papa alerta durante la Misa en el estadio 'Velódromo' de Marsella que parte de la sociedad europea experimenta un acomodamiento que propicia el individualismo y el egoísmo
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Unas 50.000 personas han llenado el estadio 'Velódromo' de Marsella para seguir la Santa Misa presidida por el Papa Francisco, que ha visitado la ciudad del sur de Francia para clausurar 'Los Encuentros del Mediterráneo'. Los asistentes en el interior del recinto (se estima que unos 100.000 se encontraban en los aledaños) han amenizado la espera haciendo la ola o desplegando una pancarta gigante con la figura de Francisco.
El Papa se dirigió en papamóvil al estadio entre el entusiasmo de los marselleses que se echaron a las calles a recibirlo. No en vano, esta era la primera vez que un papa visitaba a la gran puerta francesa al Mediterráneo desde 1533, con Clemente VII. Entre los presentes destacaban el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, su esposa, Brigitte Macron y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.
Durante su homilía, el Pontífice llama al Pueblo de Dios a vivir la experiencia de la fe para que nos haga sentir “que algo se mueve en nuestro corazón”. Un sentimiento, apuntaba Francisco, que nos aleje “de un corazón aburrido, frío, acomodado a una vida tranquila, que se blinda en la indiferencia y se vuelve impermeable”.
Un sentimiento advierte el Papa, que nos vuelve “insensible a todo y a todos, aun al trágico descarte de la vida humana, que hoy es rechazada en tantas personas que emigran, así como en tantos niños no nacidos y en tantos ancianos abandonados”, y que a juicio del obispo de Roma impera en buena parte de la sociedad europea, proyectado a través “del cinismo, el desencanto, la resignación, la incertidumbre, un sentido general de tristeza”.
“Preguntémonos con sinceridad de corazón: ¿creemos que Dios está obrando en nuestra vida? ¿Creemos que el Señor, de manera escondida y a menudo imprevisible, actúa en la historia, realiza maravillas y está obrando también en nuestras sociedades marcadas por el secularismo mundano y por una cierta indiferencia religiosa?”, se ha cuestionado Francisco durante la homilía.
Frente a ello, Francisco pone como ejemplo ciudades como Marsella y otros países europeos que se han caracterizado a lo largo de su historia por la convivencia “entre culturas y religiones diferentes”, por lo que han de izar la bandera “contra las exasperaciones del individualismo, contra los egoísmos y las cerrazones que producen soledades y sufrimientos”.
Al final de su alocución, el Papa Francisco ha querido reivindicar la rica historia de Francia, “que apasionaron a tantas generaciones” a través de su “cultura, artistas y pensadores”. “También hoy nuestra vida, la vida de la Iglesia, Francia, Europa necesitan esto: la gracia de un salto, de un nuevo salto de fe, de caridad y de esperanza. Necesitamos recuperar la pasión y el entusiasmo, redescubrir el gusto del compromiso por la fraternidad, de seguir corriendo el riesgo del amor en las familias y hacia los más débiles, y de reencontrar en el Evangelio una gracia que transforma y embellece la vida”, ha expresado.
El mensaje de despedida del Papa Francisco
Tras la celebración de la Eucaristía, Francisco se ha despedido del pueblo francés, especialmente del arzobispo de Marsella, primera diócesis de todo el mundo en ser consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, en 1720, durante una epidemia de peste: "Por eso está en vuestra índole ser signos de la ternura de Dios, incluso en la actual epidemia de indiferencia ¡gracias por vuestro servicio manso y decidido, que testimonia la cercanía y la compasión del Señor!", proclamaba el Papa.
También ha tenido un recuerdo especial para los que han asistido a la Misa procedente de Niza, recordando a aquellos que sobrevivieron "al terrible atentado del 14 de julio de 2016. Recordemos en la oración a todos los que perdieron la vida en esa tragedia y en todos los actos terroristas perpetrados en Francia y en todas partes del mundo", ha pedido.
Además, el Pontífice ha pedido a los asistentes que "no nos cansemos de rezar por la paz en las regiones asoladas por la guerra, especialmente por el martirizado pueblo de Ucrania".