Las monjas de Belorado
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los medios de comunicación se han volcado en las últimas horas con lo ocurrido en el Monasterio de las Clarisas de Belorado. La decisión de la Madre Superiora, a través de un extraño “Manifiesto Católico”, de romper la comunión con la Iglesia y situarse bajo la jurisdicción de una denominada Pía Unión de San Pablo, una asociación que los especialistas consideran sectaria está causando desconcierto. También está siendo aprovechada para sembrar confusión sobre la naturaleza de la vida consagrada de clausura. Al margen de las causas personales y patrimoniales, aún no aclaradas, que han llevado a las religiosas de este convento a iniciar una aventura con tintes de astracanada, en la que no hay que descartar la estafa, no debemos elevar lo que es una dramática anécdota a una categoría sobre el significado de la vida religiosa en clausura.
España es el país del mundo con más monasterios de clausura, 712, a los que pertenecen un total de 7.906 monjas y monjes. Es cierto que, en la última década, el ritmo del cierre de conventos se ha acelerado con una media de 17 monasterios al año. La causa pricipal es la falta de vocaciones y la alta media de edad de las religiosas. Esta situación se combina con iniciativas que sorprenden por su fecundidad. Como dijo no hace mucho el Papa Francisco, los monjes y las monjas son el “corazón palpitante del anuncio de la Iglesia: su oración es oxígeno para todos los miembros del Cuerpo de Cristo, la fuerza invisible que sostiene la misión. Asumen los problemas del mundo, las dificultades, las enfermedades, muchas cosas, y rezan por los demás”. Son muchas las incógnitas sobre lo que ha ocurrido como para sentenciar un final que esperemos concluya con la vuelta de estas religiosas clarisas al seno de la Iglesia madre y misericordiosa.