Mariano Rajoy arrancó ayer la pre-campaña del PP en Cataluña. Volvió a Barcelona por primera vez desde el 1 de octubre y desde que se ha puesto en marcha el 155. Si el conato de referéndum ilegal pudo sembrar dudas sobre su capacidad de frenar a los independentistas, la política de las últimas semanas ha servido para devolver la confianza a la mayoría de la opinión pública española. Según las últimas encuestas, un 54 por ciento de los españoles respalda sus últimas decisiones. El respaldo es transversal, un 56 de los votantes socialistas está a favor de lo que ha hecho Rajoy.

El líder del PP abogó por que Ciudadanos, el PSOE y su propio partido continúen unidos. Hasta el 21 de diciembre el constitucionalismo tiene el reto de conseguir la mayor participación y el apoyo de eso que Rajoy llamó la mayoría silenciosa. Pero hay que tener en cuenta que es muy difícil que en Cataluña gobierne una coalición leal con la Constitución. Comunes y Podemos, que este fin de semana han cerrado su lista conjunta, no apoyarían esa opción. Por eso el Gobierno tendrá que tener preparado un escenario para un nuevo gobierno, probablemente sin Puigdemont, que intente impulsar la secesión de otro modo.

Rajoy habló ayer de la necesidad de acabar con el desgarro. Este es uno de los retos más decisivos que tiene en este momento la sociedad catalana. El Gobierno, por supuesto, tiene que hacer cumplir la ley, tratar de evitar la fuga de empresas, pero también la tarea de buscar soluciones dentro del marco constitucional, que permitan afrontar el futuro.