La sorprendente historia de la "otra Piedad" que podría haber modelado Miguel Ángel

Un libro recién publicado en Italia confirma las últimas investigaciones: Los expertos atribuyen la autoría de esa Piedad a Miguel Ángel

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Cuando el cardenal Jean Bilhères de Lagraulas, embajador del rey de Francia ante la Santa Sede, encargó a un jovencísimo Miguel Ángel Buonarroti que esculpiera una piedad, no se podría imaginar que se iba a convertir en una de las obras maestras de la escultura renacentista y de la historia del arte.

El contrato se firmó por 450 ducados de oro, una cifra muy elevada en la época, pero tenía una letra pequeña: debía quedar terminada en un año. Dos días antes de lo estipulado, Miguel Ángel entregó La Piedad. Había conseguido esculpirla en un solo bloque de mármol de carrara, por lo que cualquier error podría haber inutilizado la pieza al completo. El artista tenía 24 años.

La Piedad que hoy se encuentra junto a la entrada de la basílica de San Pedro, fuertemente protegida por un cristal antibalas, representa a una jovencísima Virgen María sosteniendo a Cristo muerto.

Cuenta la historia que cuando la escultura se expuso por primera vez a los ojos del mundo, muchos dudaron de que pudiera haber sido realizada por un escultor tan joven, por lo que el genio florentino decidió cortar por lo sano y en una noche cinceló su firma en la cinta que atraviesa el pecho de la Virgen: “Michel Agelus Bonarotus Florent Facieba”. A partir de aquel momento, La Piedad se convirtió en la única obra firmada por el escultor.

En el año 2003 se produce un descubrimiento insólito en una tienda de antigüedades.

Un coleccionista de arte italiano entro en una tienda de antigüedades al norte de Italia y se fijó en un modelo de piedad realizado en terracota. La figura tenía un pequeño tamaño, apenas 30 cm de altura.

La escultura se encontraba en una caja llena de moho y con muestras de haber sido repintada en varias ocasiones. Posteriormente se descubrió que llevaba hasta 9 capas de pintura distinta con la que fue policromada a lo largo de 500 años.

El coleccionista solicitó la ayuda de la restauradora Loredana Di Marzio, que tardó nada menos que 3 años en eliminar las sucesivas capas de pintura. Cuando terminó la restauración comprobaron que podían encontrarse ante una pieza clave y perdida hasta el momento de Miguel Ángel.

El tamaño de la escultura en terracota era similar a los modelos que realizaba el artista antes de esculpir sus obras, por lo que varios expertos aseguraron que podría tratarse del modelo original creado por Miguel Ángel para la famosísima Piedad.

Este modelo, en su origen, presentaba tres figuras: la Virgen, Jesucristo y un pequeño cupido, que por distintos motivos decidió descartarse de la obra final en mármol.

Probablemente se trató de una prueba con la que Míguel Ángel quiso convencer al cardenal francés de que le encargara el trabajo. Por otra parte, era una costumbre habitual de los artistas renacentistas, y además este modelo estaba realizado con arcilla blanca, muy similar a la utilizada habitualmente por Miguel Ángel en sus modelos de prueba.

Los expertos se apoyan también en dos hechos decisivos para corroborar que la autoría de esta pequeña pieza es de Miguel Ángel. Por una parte, en un documento del siglo XVI se encontró un inventario de propiedades de una familia rica de Bolonia, los Casali, en la que se refleja que poseían “un modelo de una Piedad hecha por Miguel Ángel de terracota” y que, en 1581, tenían expuesta en su capilla familiar. Casualmente un pintor empleado por la familia, Annibale Carracci, pintó en 1599 un cuadro de la piedad en la que aparece reflejado ese modelo exacto unos cien años después de haberse creado el original.

¿Por qué desapareció el cupido?

De este pequeño cupido que originariamente se encontraba junto a la Virgen, sólo se conserva el torso y uno de los brazos que sujeta la mano de Jesús. En la figura de terracota se observa que portaba entre sus alas un carcaj de flechas. La iconografía habitual de cupido le suele representar con esas flechas. Como sabemos, en la mitología romana cupido representa al dios del deseo amoroso, y no al amor que existe entre una madre y su hijo, por lo que se entiende que en la elaboración definitiva de la pieza quedara descartado definitivamente por Miguel Ángel.

A lo largo de los últimos años se han realizado numerosas investigaciones histórico documentales e iconográficas para reconstruir el recorrido de esta escultura de terracota a lo largo de los siglos. El resultado final de estas investigaciones acaba de presentarse en Italia con el título: “Michelangelo e la Pietà di terracotta. Studi e documenti/ Interventi/ Diagnostica”, escrito por los historiadores y expertos en arte Claudio Crescentini, Loredana di Marzio, Roy Doliner, Tomaso Emaldi, Valentina Martino y Patrizia Nitti. El volumen está publicado por la editorial Erreciemme.

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