La escalofriante historia de la antigua sede de la KGB de Vilna

Uno de los momentos más destacados de la visita del Papa a Lituania será la que realizará al Museo de la Ocupación, el que fuera el antiguo cuartel general de la KGB

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Uno de los momentos más destacados de la visita del Papa a Lituania será la que realizará al Museo de la Ocupación, el que fuera el antiguo cuartel general de la KGB, un símbolo de la lucha por la libertad para los lituanos en el que sufrieron tortura y prisión mártires del comunismo, como el Beato Teofilius Matulionis

La historia más oscura de este edificio comienza en la Segunda Guerra Mundial durante la ocupación alemana, cuando este edificio entre los años 1941 y 1944 se convirtió en prisión de la temible Gestapo nazi. Tras la entrada del Ejército Rojo, pasó a ser la sede de la KGB desde 1944 hasta 1953.

Aunque tras la independencia de Lituania en 1990 se intentaron retirar numerosos vestigios del pasado soviético, este edificio se convirtió en un memorial de la resistencia del país y en un homenaje a las víctimas del exterminio llevado a cabo durante las dos ocupaciones soviéticas. La más breve duró sólo un año, 1941, porque fue interrumpida por la invasión nazi. Poco después arrancaría la definitiva tras la "liberación" de los alemanes en 1944.

Las cifras que recuerdan la ocupación soviética de Lituania hablan por sí solas: 186.000 internados en los campos de concentración, 118.000 deportados.

En este edificio, sobre cuya fachada se han escrito numerosos nombres con fechas de nacimiento y fallecimiento, se encerró y torturó a cientos de “enemigos” de la revolución. Para entrar en este edificio y quizás no volver a salir, tan sólo era suficiente la denuncia de un vecino.

El Papa se detendrá ante alguna de las celdas donde sufrieron tortura religiosos católicos y luteranos, entre ellos el Beato Teofilius Matulionis y el obispo Vincentas Boriseviciu, en proceso de canonización.

Las habitaciones del horror que visitará el Papa Francisco en el Museo de la Ocupación de Vilna

Los pasillos de esta cárcel son estrechos, por lo que el Papa Francisco realizará el recorrido acompañado de muy pocas personas, entre ellas un obispo de la Compañía de Jesús superviviente de la persecución. Visitará las celdas número 9 y 11, en las que encenderá una vela en memoria de las víctimas en recuerdo de todo el sufrimiento que se vivió en esta prisión. Después visitará la terrible sala de ejecuciones, donde rezará en silencio.

El sótano del edificio estaba reservado a los presos políticos. En los estrechos pasillos se conservan calabozos minúsculos sin ventilación ni luz. En algunas de las celdas, sumamente pequeñas, debían permanecer más de 40 personas tumbadas sobre su espalda mirando al techoLa luz de la celda permanecía encendida día y noche. Los guardias golpeaban constantemente las puertas de las celdas para impedir a los presos que tuvieran un sueño continuo hasta que conseguían desestabilizarlos.

Una de las celdas que recorrerá el Papa permanece todavía acolchada. Allí se practicaban torturas y querían que los gritos quedaran ahogados. Hay dos celdas de aislamiento de apenas 60 centímetros cuadrados.

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Todo en este edificio permanece como entonces. No se ve ningún baño porque no existían. En las celdas se utilizaba un cubo y es como si el hedor permaneciera imborrable a pesar del tiempo transcurrido. Algunas celdas de castigo se llenaban con agua para que el prisionero se viera obligado a permanecer de pie todo el día y toda la noche sobre una única baldosa elevada del suelo.

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FOTOS: MUSEO DE LA OCUPACIÓN

La lucha del pueblo lituano para preservar su identidad

Corría el 11 de marzo de 1990 cuando Lituania declaraba su independencia de la Unión Soviética. Había sobrevivido 50 años a la ocupación y a las deportaciones, preservando la propia cultura y la propia fe. Los soviéticos habían prohibido todas las publicaciones religiosas y también la literatura nacional. Se procuró borrar el pasado y reconstruir el presente según los dictámenes de la ideología marxista. En muchas ocasiones, la única forma de conservar la tradición era memorizando los libros.

Trescientos mil lituanos fueron deportados al gulag bajo el régimen de Stalin: muchos murieron en los campos de trabajo. La política de deportaciones a las regiones árticas de Siberia se convirtió en un intento de dispersar a un pueblo entero con el fin de eliminar su identidad y masacrarlo por las duras condiciones de vida. El índice de mortalidad en aquellos campos de trabajo era muy alto.

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