El Papa pide en Pentecostés invocar al Espíritu "si la Iglesia se polariza o si el corazón se fragmenta"

Francisco pide que el Sínodo sea "un camino según el Espíritu, no un parlamento para reclamar derechos y necesidades de acuerdo a la agenda del mundo"

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"Hoy la Palabra de Dios nos muestra al Espíritu Santo en acción. Lo vemos actuar en tresmomentos: en el mundo que ha creado, en la Iglesia y en nuestros corazones". Así lo ha expresado el Papa Francisco, recuperado completamente de su proceso febril, en la homilía de la misa de Pentecostés en la Basílica de San Pedro, recordó que el Espíritu Santo, el Consolador, es concreto, no es idealista y quiere que nos concentremos en el aquí y ahora, porque el sitio donde estamos y el tiempo en que vivimos son los lugares de la gracia.


Espíritu creador; así lo invoca la Iglesia desde hace siglos. Pero, ha preguntado el Papa, "¿qué hace el Espíritu en la creación del mundo? Si todo proviene del Padre, si todo fue creado por medio del Hijo, ¿cuál es el papel específico del Espíritu?. Él da al mundo, en una palabra, armonía. Estamos todos conectados y, sinembargo, nos encontramos desconectados entre nosotros, anestesiados por la indiferencia y oprimidospor la soledad. Muchas guerras, muchos conflictos; ¡parece increíble el mal que el hombre puedellegar a realizar!"

El espíritu de la división es el diablo

Pero, en realidad, "lo que alimenta nuestras hostilidades es el espíritu de la división, el diablo. Él goza con los antagonismos, con las injusticias, con las calumnias. Y, frente al mal de la discordia, nuestros esfuerzos por construir la armonía no son suficientes. He aquí entonces que el Señor, en el culmen de su Pascua, en el culmen de la salvación, derramó sobre el mundo creado su Espíritu bueno, el Espíritu Santo, que se opone al espíritu de división porque es armonía; Espíritu de unidad que trae la paz".

En segundo lugar, Francisco ha explicado que además de estar presente en la creación, lo vemos actuando en la Iglesia, desde el día dePentecostés. "Pero notemos que el Espíritu no dio comienzo a la Iglesia impartiendo instrucciones ynormas a la comunidad, sino descendiendo sobre cada uno de los apóstoles; cada uno recibió graciasparticulares y carismas diferentes".

Toda esta pluralidad de dones distintos podría generar confusión,pero al Espíritu —como en la creación— le gusta crear armonía partiendo precisamente de lapluralidad. Su armonía no es un orden impuesto y homologado. EnPentecostés, en efecto, el Espíritu Santo descendió en numerosas lenguas de fuego; dio a cada uno lacapacidad de hablar otras lenguas (cf. Hch 2,4) y de oír a los demás hablar en la propia lengua (cf.Hch 2,6.11). Por tanto, no creó una lengua igual para todos, no eliminó las diferencias, las culturas,sino que armonizó todo sin homologar, sin uniformar".

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Sin Él, la Iglesia es innerte

Detengámonos en este aspecto, ha insistido: "el Espíritu nocomienza por un proyecto estructurado —como hacemos nosotros, que a menudo nos perdemosdespués en nuestros programas—; no, Él empieza repartiendo dones gratuitos y sobreabundantes". Por eso, ha explicado, "ver a cada hermano yhermana en la fe como parte del mismo cuerpo al que pertenezco; esta es la mirada armoniosa delEspíritu, este es el camino que nos indica. Y el Sínodo que se está realizando es —y debe ser— un camino según el Espíritu; no unparlamento para reclamar derechos y necesidades de acuerdo a la agenda del mundo, no la ocasiónpara ir donde nos lleva el viento, sino la oportunidad para ser dóciles al soplo del Espíritu". "Sin Él la Iglesia permanece inerte, la fe es una meradoctrina, la moral sólo un deber, la pastoral un simple trabajo. Con Él, en cambio, la fe es vida, elamor del Señor nos conquista y la esperanza renace. Volvamos a poner al Espíritu Santo en el centrode la Iglesia, de lo contrario nuestro corazón no será inflamado de amor por Jesús, sino por nosotrosmismos. Pongamos al Espíritu en el principio y en el centro de los trabajos sinodales. Porque es “aÉl, sobre todo, a quien necesita hoy la Iglesia. Digámosle cada día: ¡Ven!”

Por último, el Santo Padre ha explicado que el Espíritu crea armonía en nuestros corazones. "Sólo el Espíritu devuelve la armonía al corazón porque es Aquel que crea la «intimidad conDios». Si queremos armonía busquémoslo a Él, no a los sucedáneosmundanos. Invoquemos al Espíritu Santo cada día, comencemos rezándole cada día, ¡seamos dócilesa Él!Y hoy, en su fiesta, preguntémonos: ¿soy dócil a la armonía del Espíritu o sigo mis proyectos,mis ideas, sin dejarme modelar, sin dejarme transformar por Él? ¿Me apresuro a juzgar, señalo conel dedo y le cierro la puerta en la cara a los demás, considerándome víctima de todo y de todos? O,por el contrario, ¿acojo su poder creador armonioso, la “gracia del conjunto” que Él inspira, su perdónque da paz, y a mi vez perdono, promuevo reconciliación y creo comunión? Si el mundo está dividido,si la Iglesia se polariza, si el corazón se fragmenta, no perdamos tiempo criticando a los demás yenojándonos con nosotros mismos, sino invoquemos al Espíritu".

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