El Papa, en el Ángelus: «La hipocresía es el peligro más grave, puede arruinar las realidades más sagradas»

Francisco recuerda que el Adviento es «un tiempo de gracia para quitarnos nuestras máscaras y ponernos a la fila con los humildes»

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El Papa Francisco se ha referido este 4 de diciembre, segundo Domingo de Adviento, a la figura de Juan el Bautista. Glosando las lecturas, el Pontífice ha dicho que el texto evangélico nos lo presenta como «un hombre austero y radical, que a primera vista puede parecernos incluso duro y que infunde algo de temor». Sin embargo, ha añadido, «más que un hombre duro Juan es en realidad un hombre alérgico a la falsedad».

En este contexto, el Papa ha calificado a la hipocresía como «el peligro más grave», porque «puede arruinar también las realidades más sagradas». Por eso, ha dicho, «el Bautista —como después también Jesús— es duro con los hipócritas, para sacudirlos. En cambio, aquellos que se sentían pecadores «acudían a él [...] confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán» (v. 5)». «Para acoger a Dios —ha enseñado— no importa la destreza, sino la humildad; hay que bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento».


El camino para transformar nuestra vida es la humildad

Francisco se ha preguntado si no somos nosotros hoy también un como poco aquellos fariseos a los que critica la Escritura, si no miramos a los demás por encima del hombro, pensando que somos mejores que ellos, que tenemos las riendas de nuestra vida, que no necesitamos cada día a Dios, a la Iglesia, a los hermanos.

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«El Adviento —ha dicho en este sentido— es un tiempo de gracia para quitarnos nuestras máscaras y ponernos a la fila con los humildes; para liberarnos de la presunción de creernos autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados y acoger el perdón de Dios, para pedir perdón a quien hemos ofendido».

Este es el camino para transformar nuestra vida. Un camino, ha insistido, que pasa inevitablemente por «la humildad», para «purificarnos del sentido de superioridad, del formalismo y de la hipocresía».

Jesús, ha concluido, siempre viene a nosotros, con nuestras pobrezas, miserias y defectos.
«Con Jesús la posibilidad de volver a comenzar siempre existe. ¡Siempre! Él nos espera y no se cansa nunca de nosotros».

Saludos a los peregrinos

A la conclusión de la oración mariana, el Papa ha saludado a los peregrinos llegados de Salamanca y Madrid y ha recordado la celebración, el próximo día 8, de la festividad de la Inmaculada Concepción. El Santo Padre ha invitado a rezar a María por la paz, en particular por el martirizado pueblo ucraniano.

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