Giovanni Battista Scalabrini, el apóstol de los migrantes que será canonizado este domingo en el Vaticano

El fundador de los Misioneros y de las Hermanas de San Carlos Borromeo, dedicados a la atención de los migrantes, será canonizado por el Papa Francisco en Roma este domingo

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El Papa canonizará este domingo 9 de octubre en el Vaticano al obispo italiano Giovanni Battista Scalabrini, conocido como el santo de los migrantes, que en pleno siglo XIX se movilizó para involucrar a los gobiernos en la acogida e integración de los emigrantes europeos en Améroca.

"Es el santo de los inmigrantes por tres aspectos fundamentales. Por la sensibilidad que tenía ante el drama de la inmigración; por su implicación personal y por conseguir involucrar a los gobiernos en la integración de los inmigrantes; y por ver a Dios en el fenómeno de la migración", ha asegurado Leonir Chiarello, el superior general de los misioneros scalabrinianos.

Todos los migrantes tienen desde hace más de un siglo un ángel que vela por ellos desde el cielo: se trata de Giovanni Battista Scalabrini, el fundador de los Congregación de los Misioneros de San Carlos Borromeo y de las HermanasMisioneras de San Carlos Borromeo, a quien el Papa Francisco canoniza en la basílica de San Pedro el domingo 9 de octubre. Fue el propio Pontífice quien dio a conocer la buena nueva en el consistorio del pasado mes de agosto, eximiendo al ahora beato de un segundo milagro, como establece la norma canónica.



El apóstol de los migrantes

Scalabrini fue un precursor a su tiempo, un hombre que supo y quiso ver el drama de miles de compatriotas suyos, obligados por la pobreza y el hambre a dejar atrás patria y familia para ir a lejanas tierras en busca de una oportunidad. Se calcula que en los cuarenta años comprendidos entre 1875 y 1915 salieron de Italia 9 millones de personas, en un primer momento sobre todo a Brasil y Argentina, luego a Estados Unidos.

Nacido en la localidad de Fino Mornasco (provincia de Como), el 8 de julio de 1839, en el seno de una familia humilde y religiosa, Scalabrini fue el tercero de ocho hijos. Con 18 años ingresó en el seminario y seis años después era ordenado sacerdote. Su sueño era el de ir a las misiones — quería ser enviado a evangelizar a la India —, pero sus superiores tenían para él otros planes y lo hicieron profesor y luego rector del seminario menor. Su valía y sus dotes eran manifiestas y en 1875, con apenas 36 años, Pío IX lo nombró obispo de Piacenza.

La inmigración le tocaba muy directamente. Eran muchos los fieles que emprendían un largo e incierto viaje con todos sus ahorros y cuatro maletas llenas de sueños. Él mismo llegaría a descubrir con el tiempo que el 12% de sus feligreses residían en el extranjero.



"Yo mismo presencié más de una vez la salida de los emigrantes en la estación de Piacenza, y confieso que, al ver su miseria y su dolor, al pensar en los graves e innecesarios males que afrontaban, al pensar en el abandono en que quedarían sin ningún auxilio espiritual, sentí que se me apretaba el corazón, y lloré por su suerte, y decidí en mi corazón intentar algo", escribiría.

Eso "algo" se tradujo en la fundación de dos congregaciones para la asistencia espiritual y material de los emigrados. Los Misioneros de San Carlos Borromeo vieron la luz en 1887, y las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo en 1895. Los diez primeros misioneros partieron para Brasil y Estados Unidos el 12 de julio de 1888.

La labor del obispo para atender a los migrantes no quedó ahí. En 1889 fundo la Asociación de Patronato para los Emigrantes San Raffaele —una institución conformada por laicos que ayudaban en los puertos de embarque y desembarque — y creó comités de emigración o patronatos en 19 ciudades de Italia. Asimismo, sugirió al Papa la creación de un organismo en la Santa Sede que se ocupara de todos los emigrantes, un ruego que san Pío X satisfizo creando la Oficina Especial para la Emigración, precursora del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.



Los Scalabrinianos hoy

El mensaje de Scalabrini, un hombre que supo leer los signos de su tiempo, no puede ser más actual. "Recogí — dijo — el grito de dolor de nuestros pobres expatriados y llamé la atención del público sobre la nefasta labor de los traficantes de carne humana".

Hoy, sus "hijos" siguen con la labor que él comenzó. Sus misioneros, unos 650 religiosos repartidos en 33 países, atienden a los inmigrantes en parroquias, capellanías, escuelas, etc. Cuentan con 27 Casas del Migrante y 13 Centros de Apostolado del Mar. Las Hermanas Scalabrinianas, por su parte, ayudan cada día a unas 12.000 personas en sus escuelas (13), hospitales (4), centros de asistencia psicosocial (4), centros de salud alternativa (6) y casas y centros de acogida (25). Tienen abiertas 110 misiones en 25 países.

A ellos hay que sumar las Misioneras Seculares Scalabrinianas, que vieron la luz con este mismo carisma en 1961, 56 años después de la muerte de este verdadero profeta de la inmigración.

Scalabrini visitó en 1901 en Estados Unidos a sus misioneros y comunidades de migrantes. Y en 1904 hizo lo propio en Brasil. A la vuelta de este viaje, sin embargo, enfermó, muriendo el 1 de junio de 1905. San Juan Pablo II lo beatificó el 9 de noviembre de 1997.

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