La entrañable figura de San Juan XXIII, que emocionó al mundo con sus palabras: "Esta es la caricia del Papa"

En menos de cinco años de pontificado, logró iniciar un fuerte y renovado impulso evangelizador de la Iglesia Universal, promovió la convocatoria del Concilio Ecuménico Vaticano II

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Este martes, 11 de octubre, el santoral de la Iglesia católica celebra a Papa Juan XXIII, el ‘Papa Bueno’, el nombre con el que todos lo recuerda. Tan bueno como un padre, un abuelo, un maestro, un hermano. Su voz humilde, sabia y bondadosa resumía la del mundo entero.

En el momento de su muerte, en la tarde del 3 de junio de 1963, un emocionado Mons. Capovilla dio el triste anuncio en la Radio Vaticana, pocos minutos después de su muerte, con esta declaración: "Con un alma profundamente conmovida, damos el siguiente anuncio: 'El Sumo Pontífice Juan XXIII está muerto. El Papa de la bondad murió hoy, religiosamente y serenamente, después de recibir los Sacramentos de la Santa Iglesia Romana en su habitación en el Palacio Apostólico del Vaticano, atendido por los colaboradores más íntimos y por los médicos asistentes. La enfermedad, que había empeorado en los últimos meses y que, sin embargo, no impidió que el Vicario de Cristo llevara a cabo las arduas tareas de su alto cargo con voluntad indomable y celo pastoral, ha cortado su fuerte fibra".

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Fuerte y renovado impulso evangelizador de la Iglesia Universal

Angelo Giuseppe Roncalli era un hombre fuerte, humilde y bueno. Nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, un pequeño pueblo de la provincia de Bérgamo, de una familia sencilla de aparceros, el cuarto de trece hermanos. A diferencia de su predecesor Eugenio Pacelli, de noble linaje, él era de origen muy humilde.

Ya desde niño, y luego durante toda la etapa del seminario, mostró veneración por la Virgen con numerosas peregrinaciones al Santuario de la Virgen del Bosco a Imbersago. Fue elegido 261º Papa de la Iglesia Católica y obispo de Roma el 28 de octubre de 1958, con el nombre de Juan XXIII.

En menos de cinco años de pontificado, logró iniciar un fuerte y renovado impulso evangelizador de la Iglesia Universal, promovió la convocatoria del Concilio Ecuménico Vaticano II y contribuyó fuertemente a la enseñanza de la doctrina social, comenzando con la encíclica Mater et Magistra.

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Fe, esperanza, caridad, amor a Dios y a los hermanos

Con la encíclica Pacem in terris, de abril del 1963, pidió el fin de la Guerra Fría. En el mismo documento Juan XXIII reconoció en tres fenómenos la manifestación de la era moderna, como el surgimiento de las clases trabajadoras, el aumento de la conciencia de la propia dignidad en las mujeres y la liberación de los pueblos del dominio colonial. El Papa, poniendo el aclamado énfasis en la dignidad humana y la importancia del diálogo, se abrió a la sociedad moderna con positividad.

Fe, esperanza, caridad, amor a Dios y a los hermanos: estos son los valores en los que siempre se inspiró. Juan XXIII fue beatificado por San Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 y la fecha de su celebración es el 11 de octubre.

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La canonización de Juan XXIII

En general, con el propósito de la beatificación, la Iglesia Católica considera necesario un milagro: en el caso de San Juan XXIII, la curación repentina de la Hermana Caterina Capitani en 1966, afectada por una gastritis ulcerosa hemorrágica muy grave que la había reducido al final, se consideró milagrosa. Según la tradición, la monja, después de rezar al Papa Juan XXIII junto con las hermanas, habría tenido una visión, seguida de una recuperación repentina, que luego fue declarada científicamente inexplicable por la Consulta Médica de la Congregación para las Causas de los Santos.

El 5 de julio de 2013 el papa Francisco firmó el decreto que autorizó la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII. El 30 de septiembre del mismo año, se anunció la ceremonia conjunta de canonización de ambos papas, que tuvo lugar el 27 de abril de 2014.



El "Discurso a la luna" de Papa Juan XXIII

Las palabras de Papa Roncalli que todo el mundo recuerda son las pronunciadas por Juan XXIII en la noche del 11 de octubre de 1962, al final del día inaugural del Concilio Vaticano II, en el discurso conocido como "Discurso a la luna":

"Al volver a sus casas encontrarán a sus niños. Háganles una caricia y díganles: ‘Esta es la caricia del Papa’. Quizás encuentren alguna lágrima para enjugar. Digan para los que sufren una palabra de aliento. Sepan los afligidos que el Papa está con sus hijos, especialmente en las horas del dolor y de la amargura”.

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