El sacerdote que ha salvado 600 iglesias con sus voluntarios: el cura de la motosierra

Fermín González ha participado en la restauración y recuperación de 1.700 estructuras de madera

Álvaro González

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Le apodan “el cura de la motosierra”, y sin tener formación alguna en arquitectura o diseño, ha construido más de 1.700 estructuras de madera para iglesias y ermitas de toda la provincia de Burgos. No lo ha hecho solo, por supuesto, acompañado siempre por un equipo de voluntarios. Aunque ya conocíamos sus peripecias, Fermín González ha contado sus experiencias en primera persona el programa ‘Ecclesia’ de TRECE.

Su curioso apodo surgió de forma natural. “Me llamaron así porque iba con la motosierra. Al que lleva un maletín, le llaman ‘el cura del maletín’. Me lo puso la gente de Rabanera del Pinar”, recuerda con cariño. “Es un apelativo cariñoso”.

“Trabajábamos con empresas que asumían una parte de las obras, nosotros abaratábamos los costes para poner la estructura y la cubierta prácticamente al precio de la madera”, señala Fermín, sobre las construcciones que elaboraban para los techos de las parroquias. Más de 600 templos se han visto beneficiados por su labor, aunque admite, “no las he contado”. “Hemos recorrido toda la provincia de Burgos, y hemos colaborado en el mantenimiento y rehabilitación de muchos edificios”, de importancia cultural y artística.

"No se entendían sin iglesia"

En la videollamada con TRECE, Fermín reconoce también la importancia de la conservación del patrimonio religioso para la España vaciada. Aunque la situación y las dinámicas han cambiado en estos pueblos y municipios pequeños, este sacerdote rural explica que salvo dos pueblos que compartían iglesia, cada municipio tiene su propia parroquia, y a veces incluso ermita. “Un pueblo, una comunidad, no se entendía sin iglesia, sin un lugar donde expresar y celebrar la fe de las personas”.

La colaboración entre todos los agentes implicados en la conservación de las parroquias siempre fue esencial. El propio Fermín se encargaba muchas veces de dibujar y diseñar las propias estructuras, siendo vitales también el apoyo de arquitectos y, en ocasiones, de campañas de micromecenazgo. “Así dábamos respuesta a una necesidad que cada día era más urgente, porque había parroquias que necesitaban esa intervención”.

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