La propuesta del cardenal Omella para estos días de verano: "Entrad en alguna iglesia o capilla"

Durante estos días, dice el purpurado, "es posible que tengamos algún momento para descansar, para encontrarnos con amigos, pero también para reencontrarnos con Dios"

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"Nos encontramos de lleno en el tiempo de verano", expresa el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal. "Durante estos días es posible que tengamos algún momento para descansar, para volver a hablar con amigos que hace tiempo que no vemos y también para reencontrarnos con Dios".

Él me mira y yo le miro

En este sentido, en su carta para esta semana, Omella comparte una anécdota de san Juan María Vianney, más conocido como el cura de Ars. Cuenta el santo cura de Ars que, durante varios días seguidos, vio en su parroquia a un campesino que se sentaba en un banco y pasaba horas y horas ante el sagrario. San Juan María Vianney se dirigió hacia aquel hombre y le preguntó qué hacía. Entonces el campesino le respondió con sencillez: «Nada. Él me mira y yo le miro».

Durante estos días de verano "quisiera haceros una propuesta muy sencilla", invita el purpurado. "Entremos en alguna iglesia o capilla y permanezcamos un rato a solas ante el Señor. Jesús nos espera en la Eucaristía, el sacramento del amor. Tal como decía el cura de Ars en sus catequesis: «Él está allí»".

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Dejar que Él os mire

"Encontremos algún momento para contemplar a Cristo y dejar que Él nos mire". Omella destaca que nos puede ayudar el ejemplo de Zaqueo, que un día vio que Jesús pasaba por su ciudad. El Señor estaba rodeado de mucha gente. Zaqueo no podía llegar hasta él porque era pequeño de estatura. Entonces en un arranque de audacia, Zaqueo se subió a un árbol para poder ver a Jesús. Jesús, al verlo, lo llamó y se puso a hablar con él. También nosotros queremos ver a Jesús. Sin embargo, a veces nuestros problemas y preocupaciones pueden llegar a bloquearnos. El ejemplo de Zaqueo hará que el deseo de ver a Jesús pase por encima de las dificultades.

Si en algún momento el desánimo o el cansancio hacen que nos cueste mirar al Señor y dialogar con Él, insiste, "no nos preocupemos. Él jamás deja de mirarnos con amor. Siempre permanece fiel a sus hijos. Como nos dice el Evangelio de Lucas, Jesús siempre viene a buscarnos, especialmente si nos hemos perdido"

El mirar de Dios es amar

La mirada de Dios es como un abrazo. "Sí, como decía san Juan de la Cruz, «el mirar de Dios es amar». Su mirada siempre nos llena de esperanza y consuelo. El inmenso amor de Dios renueva nuestra vida y nos anima a ponernos al servicio de nuestros hermanos".

Tal y como expresa, en nuestra oración de contemplación de Jesús nos pueden ayudar "estas bellas palabras" de santa Teresa de Jesús: «No os pido ahora que penséis en él, ni que saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más que le miréis». "Mirar a Cristo y dejarse mirar por él es un precioso ejercicio que nos lleva al descanso y que nos anima a seguir adelante". "Que la oración de adoración nos ayude a descubrir el rostro de Jesús en los hermanos que encontramos en el camino de nuestra vida".


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