El nuncio apostólico, Bernardito Auza, recuerda en Ávila "el gran amor" del Papa Francisco por santa Teresa

El obispo diocesano, José María Gil Tamayo, hizo llegar la cercanía de los abulenses con el Santo Padre invitándolo a visitar Ávila "cuando sea posible"

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"Teresa, la gran santa mundial y universalmente conocida". Así ha definido el nuncio del Papa Francisco en España, Bernardito Auza, a la santa abulense en las primeras palabras que dirigía al centenar de fieles que participaba en la misa grande de la patrona en la de Ávila.

Una celebración eucarística que comenzaba con el saludo al nuncio por parte del obispo diocesano, José María Gil Tamayo, quien le hacía llegar la cercanía y comunión de los abulenses con el Papa, a quien ha reiterado de nuevo su invitación a visitar Ávila "cuando sea posible y tenga pensado venir a España". Asimismo le ha brindado la oración de los 14 monasterios de vida contemplativa de la diócesis.

Por primera vez en la historia, con la ausencia de la imagen de santa Teresa esculpida por Gregorio Fernández, Auza ha recordado que en este 50 aniversario de santa Teresa como doctora de la Iglesia, "primera mujer en serlo", el Papa Francisco ha demostrado el "gran amor" que tiene por la Santa: "Teresa inició en Ávila una ardiente luz renovadora para la Iglesia".

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"Favorecer la comunión entre nosotros y de nosotros con Dios"

También ha querido destacar el profundo sentido de pertenencia a la Iglesia que siempre tuvo la mística abulense, fruto de su confianza y fe en el Señor. "A su muerte ella señaló ‘Soy hija de la Iglesia’. Iglesia como misterio de comunión que Dios establece con nosotros. Es la familia de Dios, la única sociedad completamente abierta, que se ajusta a nuestra intima aspiración. Iglesia, pueblo de Dios reunido a imagen de la Trinidad".

Debemos favorecer "el misterio de la comunión entre nosotros y de nosotros con Dios", ha explicado el nuncio, "con lo poco que podemos hacer en este momento. Como hizo Teresa con “lo poquito que hay en mí”, como ella decía en ‘Camino de Perfección’".

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La oración, "un coloquio amoroso"

"¿Y cómo mantener esa amistad con el Señor?", se ha preguntado el nuncio del Santo Padre: "Con la oración. Tratando de amistad con quien sabemos nos ama. Así define Teresa la oración. Es una práctica de amistad con Dios. No es solo hablar con Dios, un monólogo de peticiones por nuestra parte. Es un diálogo, un coloquio amoroso".

Finalmente, se ha referido a la importancia de la figura de la Virgen para la vida de santa Teresa, plasmada en la presencia en el altar de la Virgen de la Caridad (la imagen ante la que oró Teresa niña cuando pierde a su madre, suplicándole a Nuestra Señora que la protegiese y fuese su Madre en la Tierra). "Oremos a María como Teresa. Que seamos en definitiva una imagen de la Jerusalén celestial, donde solo Dios basta".

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