Entra en un pub para tomar una copa y su “soñada” experiencia en el interior le deja una huella imborrable

La historia tuvo lugar en Sevilla

Redacción Religión

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Javier nunca fue un alumno brillante. Su nota media rondaba el seis ajustado. La opinión que tenían los profesores de él reflejaba muy bien su personalidad: “Si todo lo que hablas lo emplearas en estudiar, otro gallo cantaría”. Pese a todo, fue superando los cursos en un centro público de Sevilla y, hoy, a sus 32 años, se dedica profesionalmente al mundo informático.

Su facilidad de palabra le permitía tener una vida social muy activa, y tenía la capacidad para mantener buena relación con los profesores. Una relación que, por cierto, a veces sobrepasaba, según hemos podido saber desde COPE.es

Durante sus años de Secundaria, optó siempre por elegir la asignatura de Religión, pese a no ser una persona de misa diaria, aunque sí que se considera creyente. De hecho, mantenía debates en plena clase con el profesor que impartía la materia, Don Pedro, ya jubilado desde hace años. Debates que, según relatan, era bastante apasionados en ocasiones. Y es que la curiosidad era uno de los fuertes que salvó en más de una ocasión a Javier en su etapa como estudiante.

Javier no se podía imaginar que, años después, volvería a encontrarse en su camino con Don Pedro y, menos aún, que le fuera a dejar huella. Y lo haría en el último lugar que cabría esperar: un bar de copas. Fue en un pub del centro de la capital hispalense. Tanto Javier como Don Pedro se encontraban con sus respectivos amigos.

Javier, que siempre ha sido un chico lanzado, no dudó un instante en saludar a quien fue su profesor de Religión. Para no faltar a la verdad, y según hemos podido saber, Don Pedro no recordó en un primer momento a su otrora alumno.

Todo cambió cuando Javier le recordó la discusión que mantuvieron en el aula sobre las supuestas ventajas que, a juicio de Javier, traía consigo profesar la religión musulmana, por el mero hecho de permitir la poligamia (no dejaba de ser el razonamiento simple de un chaval adolescente). De repente, a Don Pedro se le iluminó la cara y comenzó a procesar detalles de aquel día.

Recordar aquella anécdota sirvió para que ambos unieran sus lazos aquella noche. Tras varios minutos de animada charla repasando sus vidas y evocando anécdotas de aquellos años, Don Pedro se abrió emocionalmente ante Javier, recordando sus inicios como profesor y la cercanía que siempre sintió a Dios. Tal y como relató el profesor al alumno, aquella proximidad le sobrevino durante su niñez, tras la muerte de su abuela materna, a la que estaba muy unido, pues fue quien prácticamente le había cuidado en sus primeros años de vida.

Don Pedro recordaba cómo el día que falleció su ser querido, estuvo toda la noche despierto. No podía conciliar el sueño hasta que, de repente, sin quererlo, acabó por dormirse. Siempre tuvo la certeza de que fue su abuela quien le cerró los ojos, ya que durante el sueño ella aparecía en su dormitorio para arroparle y darle el beso de buenas noches, como hacía cada día. Desde ese momento, según relataba, tenía claro que ella está presente para cuidarle. Todavía hoy, más de medio siglo después, la siente muy presente.

La historia emocionó mucho a Javier, por la sencilla razón de que había experimentado recientemente una vivencia similar, después de que su abuelo se marchara por causas naturales. Javier contó a su profesor la experiencia que también vivió la primera noche sin su abuelo, en la que, al igual que a Don Pedro, se le apareció en sueños aunque con el aspecto físico que le caracterizaba durante la infancia de Javier y, para más inri, en uno de los bancos del parque que frecuentaba cercano a su vivienda. Un sueño que culminó con un abrazo entre el nieto y el abuelo. Ambas experiencias emocionaron a Don Pedro y Javier. Profesor y alumno establecieron una conexión íntima difícilmente narrable.

La conversación y las confidencias, se prolongaron por más de una hora, y finalizó como empezó. Con Don Pedro preguntando a Javier, en tono jocoso, si mantenía sobre su defensa a la poligamia en su etapa adolescente: “¿Sigues pensando lo mismo, o ya te has enamorado?” La respuesta de Javier fue tajante: “Sigo sin encontrar el amor, pero esta noche he vuelto a sentir a mi abuelo muy cerca”.

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