La cara más desconocida de San Fermín, el santo más festejado de Pamplona y del que fue primer obispo

A lo largo de lo siglos se han ido creando en torno a San Fermín todo tipo de historias y de leyendas

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Este viernes, 7 de julio, es San Fermín. Una festividad que en Pamplona se celebra por todo lo alto con sus 'sanfermines'. Tal vez muchos den por hecho que San Fermín es el patrono de Pamplona, pero no es así. En cambio, sí que lo es de toda Navarra. Un honor que comparte con San Francisco de Javier. Por su parte el patrón de la ciudad pamplonica es San Saturnino o San Cernin, obispo de Toulouse y mártir.

San Fermín: hijo de un funcionario romano

Centrándonos en la figura de San Fermín, a lo largo de lo siglos se han ido creando en torno a él todo tipo de historias y de leyendas. Según cuenta la tradición, nació en Pamplona (por aquel entonces la ciudad recibía el nombre de Pompaelo). Era hijo del senador pagano Firmo, un alto funcionario romano que gobernó Pamplona en el siglo III.

Coincidiendo con su gobierno, llegó a la hoy capital navarra San Saturnino (patrón de Pamplona en la actualidad). El objetivo de San Saturnino era evangelizar a sus habitantes. En este proceso, logró la conversión al cristianismo de Firmo y de toda su familia. Por este motivo, Fermín fue bautizado con sus padres por el propio San Saturnino en el lugar en el que hoy se encuentra el 'Poico de San Cernin'.

San Fermín fue ordenado sacerdote con 18 años

Sin embargo, fue San Honesto, otro santo que llegó a la ciudad para evangelizarla, con quien Fermín tuvo una formación profunda en el ámbito religioso, siendo ordenado sacerote a la edad de 18 años. Se cree que esta ordenación tuvo lugar en la ciudad de Toulouse o tal vez en el País Vasco, en Tolosa.

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Según cuenta la leyenda, San Fermín se convirtió en el primer obispo de Pamplona, pese a que fue en la localidad francesa de Amiens donde se asentó y donde también fue obispo. Fue en Amiens donde bautizó a un total de 3.000 personas.

Amiens le dio mucho a San Fermín, aunque fue el lugar donde perdió la vida tras ser decapitado durante la persecución del emperador del Diocleciano. Años más tarde, en 1186, la historia cuenta que el obispo Pedro de París llevó de Amiens a Pamplona una reliquia de la cabeza del santo.

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