Comunión y Liberación, una propuesta de educación en la fe que estará presente en el Congreso de Laicos 2020

El fundador de CL es el Siervo de Dios Luigi Giussani

Redacción Religión

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Describe el carisma de CL

Comunión y Liberación es esencialmente una propuesta de educación en la fe cristiana. Una educación que no acaba a una determinada edad, sino que continúa siempre, porque siempre se renueva y se profundiza. Lo mismo ocurre con el Evangelio que, a pesar de ser escuchado mil veces, revela siempre aspectos nuevos. Es lo que sucede en la experiencia del amor humano, en la creación artística e incluso en la simple vida diaria. La búsqueda de la verdad, la belleza, la justicia y la felicidad no se agota nunca. Lo mismo se da con la educación en la fe que hace del cristianismo una aventura en la vida y no una simple “preparación” para la vida.

El instrumento “educativo” fundamental que se propone a los miembros del Movimiento es la Escuela de comunidad, que consiste en la lectura y meditación personal de un texto, al que siguen después encuentros comunitarios que se celebran en lugares públicos. El método de este trabajo es una comparación continua entre la propuesta cristiana y la propia vida, para comprobar constantemente –a la luz de la experiencia– la capacidad que dicha propuesta tiene para responder a las exigencias del hombre en su relación con cualquier aspecto de la realidad.

Además de la Escuela de comunidad, se proponen distintos gestos e instrumentos orientados a la educación personal y comunitaria: el seguimiento del Magisterio papal, la oración y la lectura bíblica, los Ejercicios espirituales, el canto, las peregrinaciones y el Vía Crucis en el tiempo cuaresmal, la acción caritativa, los encuentros con algunas expresiones artísticas, los “carteles” de Navidad y Pascua de resurrección, el fondo común, las vacaciones comunitarias.
Todo esto según la libre participación de las personas («lo he apostado todo por la libertad», solía repetir don Giussani). No está prevista ninguna adhesión formal.

¿Cómo surge? ¿Cuál es su historia? ¿Quién o quienes lo fundaron?

El fundador de CL es el Siervo de Dios Luigi Giussani, sacerdote milanés que, tras una prometedora trayectoria en el seminario de Venegono, decide abandonar la teología para empezar a dar clase en un instituto público de Milán. El contenido de sus clases se centra en los temas que le acompañan –con una profundización que nunca se detuvo– a lo largo de su itinerario humano y educativo: el sentido religioso y la racionalidad de la fe, la hipótesis y la realidad de la Revelación, la pedagogía de Cristo al revelarse, la naturaleza de la Iglesia como continuidad de la presencia de Cristo en la historia hasta hoy. Su presencia en la enseñanza da un nuevo impulso a Gioventù Studentesca (el nombre de la Acción Católica italiana en la enseñanza superior) y le proporciona el carácter de un verdadero movimiento. Es el comienzo de la historia de Comunión y Liberación.

En 1968 Gioventù Studentesca, arrastrada por el vendaval de la contestación, ve a muchos de sus miembros adherirse al Movimiento estudiantil, abandonando la experiencia cristiana. En este mismo año don Giussani sienta las bases para una renovación de la experiencia original del movimiento y al año siguiente nace el nombre “Comunión y Liberación”.

Don Giussani muere en 2005 y desde entonces la guía del movimiento es asumida por el sacerdote español Julián Carrón, que el mismo Giussani había indicado como sucesor.

¿Qué aporta CL a la acción misionera de la Iglesia?

Desde el comienzo de GS, los jóvenes eran educados en la misión también a través de la atención prestada a determinados misioneros que vivían en lugares lejanos y en situaciones difíciles. En el curso del tiempo, CL ha colaborado con la labor misionera de figuras significativas en este ámbito, con entidades y órdenes religiosas.
En 1962 empezó una acción misionera total y responsablemente sostenida (quizás por primera vez en la historia de la Iglesia) por estudiantes –los chicos de GS– en Belo Horizonte, Brasil. Esta experiencia, además de sembrar las primeras semillas de la presencia del movimiento en América Latina, enseñó que no hay distinción entre la presencia cotidiana en las escuelas o en los lugares de trabajo y el anuncio cristiano que tantos misioneros llevan a lugares difíciles de África, Asia o América: se trata de la misma misión universal de la Iglesia. La presencia en nuestro ambiente de vida y laboral, a la que educa el movimiento, se entiende en primer lugar como ofrecimiento a Cristo del propio trabajo, más que como una capacidad de iniciativa o de estrategia de comunicación. CL entiende la misión como un servicio a la Iglesia y un testimonio en la vida diaria en cualquier circunstancia.

En los años ochenta y noventa, también gracias a la invitación que Juan Pablo II dirigió al movimiento a llevar «a todo el mundo la verdad, la belleza y la paz que se encuentran en Cristo Redentor», se desarrollan numerosas comunidades, desde Kazajistán a EEUU, desde Uganda a Irlanda.
Actualmente CL está presente en unos noventa países en los cinco continentes.

¿Cómo os estáis preparando para el próximo Congreso de Laicos de 2020? ¿Qué estáis haciendo?

La preparación ha abierto en nosotros una vez más la pregunta sobre nuestro papel como laicos cristianos en el mundo y en la Iglesia. Lo cual coincide con la pregunta de cómo ser testigo de la gloria humana de Cristo en los distintos ambientes en los que nos movemos y, por tanto, a través de las tareas que tenemos entre manos.

Esto ha servido para despertarnos, para estar más atentos a identificar personas en las que esto se hace transparente a través de su experiencia, con el deseo de aprender de ellos.

A nivel comunitario hemos compartido espacios de diálogo entre miembros de Comunión y Liberación que de alguna manera siguen de cerca la preparación del Congreso por su implicación en foros diocesanos o de la Conferencia Episcopal. La oración por los frutos de dicho Congreso también forma parte de la preparación.

¿Qué esperáis del Congreso de Laicos 2020? Concreta alguna medida…

Por un lado, vamos con el deseo de acudir con la conciencia de responder al mismo Cristo que nos llama. Esto hará que se renueve el reconocimiento de la comunión existente entre todos los bautizados en la Iglesia, haciendo visible esa unidad imposible, que es uno de los testimonios más potentes que podemos ofrecer a nuestros hermanos los hombres en los días que vivimos.

Por otro lado, esperamos que sea ocasión para que arraigue en todos nosotros la certeza de que en el hecho de haber sido bautizados, poder participar de los sacramentos y tener a un descendiente de Pedro al que seguir, está ya contenido todo lo necesario para el cumplimiento pleno de nuestra vida cristiana, y por tanto, de nuestro ser hombres.

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