Virgen polaca

María de Czestochowa, la Virgen que liberó Polonia del comunismo

La devoción en Polonia a la Virgen de Czestochowa es milenaria, pero en el siglo XX se extendió por todo el mundo gracias al Papa polaco.

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Seguro que has oído hablar de la Virgen de Czestochowa, de la importancia que tenía para san Juan Pablo II. Se convirtió en un símbolo de la independencia de Polonia y la lucha contra el comunismo y, además, se considera milagrosa. Pero... ¿conoces su historia?

Este icono católico fue pintado, según la tradición, por san Lucas Evangelista sobre el tablero de una mesa de ciprés que habría pertenecido a la Sagrada Familia. Tras la toma de Jerusalén por los sarracenos, el icono viaja hasta Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino.

En Bizancio, esta imagen de la Virgen con el niño sobrevive a la deriva iconoclasta que vive el Imperio; en parte, gracias a la emperatriz Irene, que la esconde de su marido, el emperador León IV el Jázaro y, a la muerte de éste, recupera la veneración a las imágenes y a ésta en particular.

La Virgen permanece en Constantinopla por más de 5 siglos hasta que, después de diversos avatares, en el siglo XIV, llega a manos del duque Ladislao de Opole, gobernador plenipotenciario del rey de Hungría para los territorios polacos, que lo deposita en su castillo de Belz, en lo que actualmente es Ucrania.

Es allí donde sufrió una de las marcas características del icono: una flecha lanzada por los tártaros que asediaban el castillo penetró en la capilla de la fortaleza a través de una ventana y se clavó en el cuello de la Virgen.

Viendo que, en ese lugar, el icono corría peligro, el duque decidió llevarlo a su ciudad natal, Opole, donde estaría a salvo de las incursiones tártaras. Inició el camino y paró para hacer noche en Czestochowa. Allí había una pequeña iglesia de los Padres Paulinos, en un lugar llamado Jasna Góra -que significa “monte claro”-. En esa iglesia, Ladislao depositó el icono para que pasara la noche. A la mañana siguiente, lo recogió y lo volvió a montar en el carro para emprender la marcha pero, según cuenta la leyenda, los animales no se movieron.

El duque interpretó esto como una señal de que el cuadro debía permanecer en Jasna Góra, y así, permitió que se quedara bajo la custodia de los Padres Paulinos.

Santuario de Czestochowa de los PP. Paulinos en Polonia

El santuario de Jasna Góra de los PP. Paulinos, donde se encuentra el icono de la Virgen de Czestochowa desde el siglo XV.Ecclesia Digital

En el siglo XV, los husitas robaron el famoso icono, y al huir, lo partieron en 3 trozos. La pintura tuvo que ser reconstruida y pintada de nuevo.

Otra de sus marcas características son dos cortes paralelos en la mejilla derecha de la Virgen. Se las realizó una banda de ladrones que robó en el monasterio de los Padres Paulinos. Uno de los ladrones, al ver a la Virgen, sacó su espada y le realizó dos cortes verticales en la mejilla. Según cuenta la leyenda, cuando se disponía a realizar el tercer corte, cayó fulminado al suelo. Estos cortes, junto al agujero en la garganta, han sido restaurados en diversas ocasiones, pero siempre han vuelto a aparecer, por lo que se considera que la Virgen quiere mantenerse así.

La imagen de la Virgen es milagrosa para el pueblo polaco. En 1655, un ejército formado 12.000 soldados suecos se disponía a conquistar Polonia. Lo tenían bastante fácil, porque los polacos sólo eran 300. Pero los polacos se encomendaron a la Virgen de Czestochowa y vencieron. Al año siguiente, el rey de Polonia, Juan II Casimiro Basa decidió coronarla como Reina y Protectora de Polonia.

Pero no ha sido la única intervención milagrosa de la Virgen. En 1920, los polacos se volvieron a encomendar a la Virgen de Czestochowa ante la inminente invasión del ejército soviético, que llegó a estar a las puertas de Varsovia. Milagrosamente, los polacos lograron la victoria una vez más gracias a la intervención de la Virgen. Es lo que se conoce como el “milagro del Vístula”, una victoria que los polacos conmemoran cada 15 de agosto con el Día de las Fuerzas Armadas.

Un poco antes, en 1904, el obispo monseñor Stanislaw Zdzitowiecki logra que el Papa San Pío X apruebe la fiesta de la Virgen de Czestochowa, que empieza a celebrarse el 26 de agosto de 1906.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los polacos continuaron visitando el santuario de Czestochowa ante la atenta mirada de los soldados alemanes. Hitler había ordenado acabar con la tradición católica del país vecino, pero no lo logró. Al concluir la atroz guerra, los polacos viajaron en masa hasta Czestochowa para dar gracias a la Virgen por la derrota de los nazis.

Después de la atroz Guerra Mundial, Polonia quedó al otro lado del Telón de Acero, separada de los países con libertad y en manos del voraz comunismo que afectó a los países en la órbita de la Unión Soviética.

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El Papa Juan Pablo II reza ante la Virgen de Czestochowa.Foro Juan Pablo II

También bajo el yugo comunista continuó la tradición católica de Polonia. De hecho, la fe y la devoción a la Virgen de Czestochowa fueron fundamentales en la derrota del comunismo. Primero, a través de san Juan Pablo II. El Papa polaco fue un tenaz luchador contra el comunismo, primero como sacerdote y obispo en Polonia, y después ya como Pontífice. Él fue el encargado de difundir la devoción a la Virgen de Czestochowa a todo el mundo.

Y luego, a través del sindicato Solidaridad, de inspiración católica y que, liderado por Lech Walesa, fue clave en el final del comunismo en Polonia.

En definitiva, es imposible entender la historia de Polonia sin contar la historia de la Virgen de Czestochowa.

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