Una mujer pasa 23 días ingresada por coronavirus y lo que dice al salir deja a todos de piedra

Una mujer ha permanecido durante 23 días ingresada en el hospital tras dar positivo por COVID-19, pero su manera de expresar sus vivencias ha dejado a todos impactados

Tiempo de lectura: 3’

Michela es esposa, madre y maestra que se caracteriza por su valentía y ponerle pasión en todo lo que hace. Durante 23 días, tuvo que luchar contra elcoronavirus.Finalmente pudo regresar a casa el pasado 20 de abril. 23 días alejada de su marido Gianni y sus hijos, Adua, Emma y el pequeño Antonio.

Los días de hospital fueron un verdadero calvario para Michela. Desde el momento en el que fue trasladada en ambulancia al centro sanitario, compartió con sus seguidores en Facebook lo que le estaba ocurriendo, dándole toques tragicómicos a su situación.

Una vez los resultados dieron positivo por COVID-19, la primera preocupación que mantenía Michela era por su familia, pero nunca sintió miedo por lo que podía ocurrirle. Ni siquiera le inquietaba la posibilidad de no salir con vida del hospital. Pero, como hemos comentado, la escritura fue uno de los salvavidas de nuestra protagonista en aquellas semanas de incertidumbre. Por ello, compartió lo que le estaba ocurriendo en el diario del COVID-19 en Facebook. “Recuerdo que estaba en la ambulancia cuando escribí la primera publicación y las respuestas de mis amigos me alegraron el corazón, confiesa la propia Michela. Luego llegaron las primeras videollamadas con sus hijos, que inmortalizaría con fotos que difundiría por sus redes sociales.



El video de sus alumnos

Durante la llamada de sus hijos, Michela aún no se había planteado escribir un diario a través de Facebook. Aquello llegaría días más tarde, cuando sus alumnos le enviaron un vídeo para trasladarle un mensaje de ánimo. En ese instante, sintió que debía agradecer tanto mensaje de cariño. De esta manera nació "Report, Life from Covid", un diario tragicómico.

No le han faltado críticas por la forma en la que ha ido relatando su dolor. Sin embargo, Michela no se arrepiente y dice que “lo volvería a hacer”. Compartir y contar su experiencia ha sido terapéutico para ella. Ha sido un momento de crecimiento muy profundo. Por ello, Michela repite con frecuencia en su diario la frase “Tengo suerte”. Se siente afortunada por haber descubierto el virus unos días después de los primeros síntomas, afortunada por los encuentros que ha tenido en el hospital, afortunada por el apoyo de su familia, afortunada por todo el amor recibido de amigos y extraños.



La vuelta a casa

Ahora que ha vuelto a casa, Michela aún sigue en aislamiento, lejos de su familia, que actualmente residen en la vivienda de sus abuelos, cerca de la casa familiar. La familia está deseando volver a abrazarse: "No ha sido fácil la relación a distancia que he mantenido con ellos cuando estaba en el hospital, algunos días ni siquiera quisieron hablar conmigo. Les entendía porque para unos niños no tiene que ser fácil ver a su propia madre en un hospital”. Cuando ha vuelto a casa tenía preparada una fiesta y desde su balcón “han empezado a saludarme, a llorar y nos hemos hecho algunas fotos desde la distancia”.

Adua, la hija mayor, ha sido quien peor lo ha pasado: “Estaba muy nerviosa, y cuando me vio empezó a llorar muchísimo, como si por fin se hubiera liberado de la presión que sentía”.

Sobre la enfermedad del coronavirus, Michela asegura que no ha tenido los síntomas clásicos, pero sí un fuerte dolor abdominal y muchas náuseas. Tuve suerte porque mi médico enseguida me ingresó en el hospital. “Me sorprendieron las náuseas, las mismas que tuve en el embarazo pero que se multiplicaron y que seguí teniendo durante muchos días” afirma Michela.

En todo este tiempo, Michela ha tenido mucha esperanza de volver a casa gracias sobre todo a su fe y al amor de los demás. Es una mujer de fe, desde que es una niña ha participado en todas las actividades de la parroquía. Siempre ha tratado de ayudar a través del coro, tocando varios instrumentos. En el hospital experimentó sensaciones que nunca antes había sentido: pequeños gestos, diálogos de profunda intensidad con personas que acababa de conocer, escenas trágicas como ver morir a tantos y tantos ancianos que fueron hospitalizados con ella. Recuerdos dolorosos que serán difíciles de olvidar.

Religión