Jesús ha visto morir a muchos compañeros en la mina: "Mi hija de 10 años ya es consciente de lo que hay"

El jornalero asturiano estuvo a punto de perder la vida

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Jesús lleva casi dos décadas trabajando en la minería asturiana, al igual que su abuelo y su padre. A día de hoy, trabaja en el pozo de San Nicolás, en la aldea de Nicolasa. Es el único pozo activo en el municipio, y que alcanzó su mayor fama en 1995, cuando catorce mineros fallecieron tras una explosión de grisú. Aquella desgracia hizo que se actualizaran los protocolos de seguridad en la mina.

Nuestro protagonista no vivió aquella experiencia, pero sí que se ha jugado la vida en varias ocasiones. Pese a todo, la mina le apasiona: “Si te gusta, la minería te engancha. Realmente a mis 45 años pienso que no merece la pena seguir, porque trabajo mediante subcontratas y con condiciones laborales pésimas, pero es vocacional. Yo no pienso las veces que me juego la vida. Si me paro a pensar que la jaula algún día falla…no trabajaría.”

Y es que ser minero implica, con toda seguridad, haber dejado compañeros por el camino: “Yo he tenido compañeros que murieron ahí abajo, y eso te hace más fuerte para salir adelante, por aquella gente que se quedó. Yo una vez casi no salgo del pozo. Estábamos rotando y a la hora de colocar un cuadro vino un frente que me tapó hasta la cintura.”

Pese a la tristeza de haber vivido la muerte de compañeros, Jesús, dentro de lo que cabe, se lo toma con filosofía: “La sensación de tristeza es tremenda, pero que los mineros tenemos asumido. Es el tributo que se cobra la mina. Gracias a dios cada vez menos. Esto no te hace ser más frío, todo lo contrario. Más sensible, porque valoras las cosas de otra manera. Se valora más un beso de tu hija, por ejemplo.”

Su hija de diez años es su pasión. Pese a su corta edad, es consciente de los riesgos que entraña el trabajo de su padre: “Es consciente, sí. De hecho, siempre que voy a alguna manifestación o al pozo a veces viene conmigo. Tampoco se perdió las concentraciones del año 2012 o el encierro de los mineros en el pozo. Tiene que aprender lo que es la vida. Pero no tiene ningún miedo. Conoce perfectamente las instalaciones, las incidencias que puede haber…”

Tanto Jesús como su hija han estado también muy pendientes de los cuatro mineros subcontratados de la empresa pública Hunosa que se encerraron el pasado 28 de febrero en el pozo Santiago, en Caborana, para reclamar mejores condiciones. “Cuando estábamos comiendo me fui corriendo al pozo porque ya iban a salir, y ella se quedó muy preocupada. De hecho, al día siguiente, cuando la desperté para ir al colegio, lo primero que hizo fue preguntarme si ya salieron los compañeros. Le expliqué con alegría que sí, que parece que ya llegaron a algún tipo de acuerdo.”

El compañerismo y la solidaridad son dos señas que definen a los mineros. Juntos han peleado por mejorar las condiciones en las que trabajan. Jesús es consciente que la generación de su padre y de su abuelo fueron claves para lograrlo: “El compañerismo es muy propio de la minería, sobre todo cuando las cosas estaban peor. Eso te marca. Nuestra vida depende de los compañeros, de ser solidarios.”

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