El esperanzador mensaje de Año Nuevo de Josefa pese a su deuda millonaria y a la amenaza de desahucio

De Josefa dependen seis integrantes de su familia pese a que la pensión del matrimonio apenas alcanza los mil euros

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El 2020 ha comenzado para Josefa y su familia como acabó el 2019. Con incertidumbre. El próximo mes de diciembre se agota el plazo de tres años concedido por el banco para que Josefa y su marido abonen la deuda de 45.000 euros que contrajeron como avalistas de un negocio de su hijo que resultó ser un fracaso. Tarea altamente complicada, teniendo en cuenta que entre Josefa y su marido apenas reúnen al mes mil euros de pensión, de la cual una pequeña cantidad es embargada para saldar el débito y otros 240 euros van destinados al pago del alquiler.

En la actualidad, la deuda se ha reducido a la mitad, a unos 20.000 euros: “No puedo pedir ayuda a ningún familiar, porque todos estamos en la misma situación. Nos han dejado sin nada. Todo el patrimonio que reunimos durante los años que mi marido estuvo trabajando nos lo ha quitado el banco. El piso, un cercado que teníamos, unas ovejas que nos tienen embargadas...”, lamenta Josefa en declaraciones a COPE.es.

El empleo de los dos hijos del matrimonio es inestable. No les llega ni para comer, especialmente al menor, con dos hijos preadolescentes a su cargo: “Tienen deudas con Hacienda y la Seguridad Social, porque les pagan por sus trabajos tarde y mal. Uno de ellos se ha ido a un piso de alquiler con los niños, pero el dinero apenas les llega para pagar el piso. Luego vienen los tres a comer a casa”.

Así las cosas, de Josefa dependen seis bocas a las que alimenta cada día como puede. De la expresión 'abrocharse el cinturón' ha hecho su forma de vida: “No podemos gastar más de 13 o 14 euros diarios. No podemos extralimitarnos. Con mis 300 euros de pensión no contributiva pagamos el alquiler. El dinero de mi marido es para la deuda, comprar la comida o pagar el agua y la luz”, explica nuestra protagonista.

El principal problema es que, en caso de que el banco no les conceda una moratoria, deberán abandonar la vivienda, abocando a este matrimonio de avanzada edad a una situación de incertidumbre extrema: “Tendríamos que encontrar un alquiler muy económico, pero es que no lo hay. No podemos pagar un alquiler de 500 euros”.

A sus setenta años, Josefa tampoco anda sobrada de salud, tras arrastrar desde hace años con las consecuencias de un infarto, por el que tan solo le funciona una cuarta parte de su corazón. Por su parte, su marido tiene una minusvalía reconocida del 42% tras padecer una angina de pecho y diagnosticarle diabetes.

Pese a su estado de salud, las instituciones les han denegado todo tipo de ayudas: “Yo solicité una subvención para tener una asistenta social que me ayudara con las tareas de la casa, porque hay muchas cosas que ya no puedo hacer. Incluso presenté en la administración el informe con mi estado de salud que firmó el especialista, y pese a todo me la negaron con el argumento de que soy capaz de vestirme y asearme sola.”

Pese a todo, Josefa trata de mantenerse positiva: “Gracias a mi actitud vamos tirando. Con los problemas que hay, si estoy pensando todo el tiempo en lo mala que estoy... Al menos tenemos un techo. Otros ni eso. En Navidad sobre todo siempre lo pienso. Son unas fiestas para estar con la familia y ser austeros, no para encararlas como hacen la mayoría”, sentencia la ciudadrealeña.

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