La sorprendente forma de Sergio de afrontar su segundo cáncer: "Dios no ha parado de hablarme" 

Sergio, de 42 años, se está enfrentando a su segundo linfoma, pero lo hace con la vista puesta en que es una oportunidad de encuentro con Dios

Sergio Rodríguez Cuadrado

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Me han preguntado que cómo es que en mi situación no me rebelo contra Dios, después de tener mi segundo linfoma. El primer linfoma fue hace 15 años y el segundo lo tengo desde hace año y medio. Este segundo linfoma está siendo un proceso largo y muy duro física y
psicológicamente
 con muchos altibajos clínicos, entre los que destaca que el médico me llegase a desahuciar hace casi un año y que he tenido que pasar por dos trasplantes de médula.

¿Cómo es posible no renegar de Dios ante esta situación cuando tienes 42 años, estás felizmente casado y tienes 5 hijos pequeños?

Hay muchas respuestas. Una de ellas nos la dio Job: “Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?" Otra respuesta nos la da San Pablo: "… sabemos que en todas las cosas interviene Dios para el bien de los que le aman".

Hay muchas más, pero yo personalmente sé que Dios no nos da nada que sea malo para nosotros y si me ha enviado el cáncer es porque no es malo, aunque en apariencia puede parecerlo y muchas veces lo lleguemos a pensar. ¿Y cómo lo sé? Pues porque Dios habla en la vida de cada uno y sólo tenemos que escucharle para darnos cuenta de ello.

“Mamá no te preocupes que Dios no nos va a dar nada que no sea bueno para nosotros"

En mi caso, desde que estoy enfermo, Dios no ha parado de hablarme en multitud de ocasiones. Una de ellas, que nos llegó al alma a mi mujer y a mí, fue cuando fuimos a rezar con nuestra comunidad (vivimos nuestra fe en una comunidad neocatecumenal) y todos cantamos el Credo y rezamos un misterio del rosario entre lágrimas de emoción, porque yo estaba pasando por uno de los peores momentos de la enfermedad. Al terminar de rezar, se nos acercó uno de nuestros hijos, que tenía 11 años, y le dijo a mi mujer: “Mamá no te preocupes que Dios no nos va a dar nada que no sea bueno para nosotros”. Está claro que esas palabras se las puso Dios a mi hijo, sólo hay que querer verlo. Y esas palabras son totalmente ciertas.

¿Cómo voy a rebelarme contra aquel que me ha creado, que me ama desde siempre, que me ha dado una familia estupenda, unos hijos maravillosos, una vida plena, etc?

Esta enfermedad tiene aspecto de algo malo, de algo que me va a alejar de lo que quiero, de algo que sólo me va a hacer sufrir y de algo que no tiene ningún sentido. Pero en realidad es todo lo contrario. El cáncer está siendo algo que, a pesar de ser duro físicamente, está haciendo mucho bien a mí, a mi familia, a las personas que me conocen y a las que no me conocen ni yo a ellos.

 Lo bueno de la enfermedad es que me hace ver lo frágil que soy

Yo soy una persona muy positiva, siempre lo he sido, aunque a lo largo de este último año y medio he tenido algún momento de bajón, y por eso me gusta ver siempre el lado bueno de las cosas. Lo bueno de la enfermedad es que me hace ver lo frágil que soy. Siempre tendemos a pensar que vamos a vivir muchos años, pero eso nadie lo sabe y con la enfermedad te das cuenta de que la vida es un suspiro que se puede interrumpir en cualquier momento.

Esto me ayuda a parar y poner cada cosa en su lugar y a darle la importancia que tiene. Por ejemplo, en lugar de pensar en el futuro y proyectarme en cosas que seguramente nunca ocurrirán, el cáncer me ayuda a vivir el día a día, en dar gracias cada mañana de que estoy vivo y que puedo disfrutar de otro día más. Nunca sabemos cuándo no nos levantaremos por la mañana, ¿pero cuántas veces agradecemos el levantarnos cada mañana? Pues eso lo hago cada día, y es maravilloso poder disfrutar de cada instante como si fuera el último.

¿Estaría todos los días acordándome de Dios en cada momento si no tuviera cáncer? 

Otro motivo por el que no me rebelo es que Dios nos permite y nos envía acontecimientos para que nos encontremos con Él. Es posible que no, y seguramente tampoco le estaría agradeciendo la viva que llevo vivida y la que voy viviendo diariamente. Es una bendición poder tener a Dios presente en todo momento del día, y no sólo para pedirle cosas sino para hablarle, darle gracias o simplemente para dejarme amar por Él.

Dios no me ha abandonado nunca

Porque es verdad, estando en esta situación Dios no me ha abandonado nunca y tiene muchos detalles de amor conmigo, por ejemplo, cuando crees que ya todo está perdido, va y te abre una ventana por la que entra aire fresco que me renueva. A mí, en situaciones difíciles, me ha enviado personas que no esperaba y a las que aprecio mucho, para que me visiten y me hablasen de parte de Dios. Han sido momentos vividos como caricias de un Padre que está pendiente de hijo cuando peor me encontraba.

Existen multitud de motivos más por los que no me rebelo contra Dios, pero el último que me gustaría decir es que Dios no me ha enviado una enfermedad muy grave para fastidiarme sino para darme la gran oportunidad de mi vida para hacer el BIEN. Para mí es una gran responsabilidad que Dios se fíe de mí y me encomiende esta gran misión.

¿Y cuál esta gran misión que me encomienda y con la que puedo hacer mucho bien?

Muy fácil, tan simple como ofrecer mis sufrimientos por los demás, interceder por las personas y colaborar con la redención. Suena muy raro y difícil, pero es tan sencillo como rezar por los que sufren, ofrecerle a Dios cada sufrimiento diario (físico o psicológico) para la conversión de los pecadores y para la salvación de las almas. Es increíble y suena a fantasía, pero es totalmente cierto que esto es así.

Hasta tal punto es verdad, que gente alejada de Dios y de la Iglesia me han dicho que han comenzado a rezar por mí, que se han animado a aprenderse el Padrenuestro y el Ave María tras oír mi testimonio, que se han llegado a plantear el bautizar a su hijo, que en momentos de sufrimientos que estaban viviendo se han visto animados y reconfortados por leer unas cartas que escribí, etc.

¿Cómo voy a rebelarme si Dios no para de hacer milagros físicos y espirituales?

La enfermedad no la deseo y me hace sufrir, pero tampoco puedo decir que sea algo malo en mi vida. Desde luego que es una cruz, pero es que en la cruz está Jesucristo con los brazos abiertos esperándome para darme todo su amor.

Mi vida la lleva Dios, y a mí me lleva en brazos como a su hijo pequeño, su preferido, y sólo puedo decir que Dios no se equivoca y que todo lo hace bien.

Puedes leer la entrevista completa en el sitio web de 'Jóvenes Católicos' y seguir sus mejores historias en su sección de COPE.es 'Bendita Juventud'

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