Carta del arzobispo de Barcelona: «Acoger y escuchar a Cristo»

El cardenal Omella nos recuerda la importancia de parar y dedicar momentos para estar «a solas con Jesús» a la vez que advierte del peligro de quedar atrapados por el «activimismo»

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El pasaje del Evangelio según san Lucas que se proclama este domingo nos presenta a dos mujeres entrañables: Marta y María. El testimonio de estas dos hermanas nos ayudará a vivir con más autenticidad nuestra vida cristiana.

El evangelista Lucas explica que Jesús entra en un pueblo y se dirige a casa de Marta y María. María, al ver al Señor, lo deja todo y se pone a sus pies para escucharlo. Marta, en cambio, solo quiere que a Jesús no le falte de nada. Se desvive por él. Tiene tanto trabajo que le pide al Señor que le diga a su hermana que le ayude. Sin embargo, Jesús se dirige a ella con cariño y le dice: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada» (Lc 10, 41-42).

Marta es una mujer hacendosa y hospitalaria. Jesús no le reprocha su laboriosidad. Buena prueba de ello es que el fragmento anterior al episodio sobre Marta y María es la parábola del buen samaritano. En ella Jesús nos invita a trabajar intensamente por nuestros hermanos, sobre todo por los más vulnerables. El consejo de Jesús a Marta va en otra dirección. Jesús, a través de Marta, nos advierte del peligro que todos tenemos de quedar atrapados por nuestras muchas ocupaciones, por el activismo.

María se queda sentada a los pies de Jesús escuchando su Palabra. En la Biblia ponerse a los pies de alguien significa hacerse su discípulo. Esta es la «parte mejor» a la que se refiere el evangelista. María nos enseña que lo más importante para la vida cristiana es estar junto a Jesús y encontrar algún momento para entrar en comunicación con Él a partir de la Palabra de Dios. Si así lo hacemos, no caeremos en el activismo, no seremos absorbidos por nuestras múltiples tareas. Seremos como la zarza ardiente de la que nos habla el libro del Éxodo. La zarza se quemaba, pero no se consumía (cf. Ex 3, 2). Si, como María, nos quedamos junto a Jesús, recibiremos la fuerza necesaria para servir a nuestros hermanos y hermanas con amor y alegría.

Marta y María hospedan a Jesús. En casa de estas dos hermanas, Jesús puede descansar de las fatigas de la jornada. Marta y María le ofrecen un hogar donde se siente acogido y escuchado. También hoy Jesús quiere ser nuestro amigo, venir a nuestra casa y vivir con nosotros para siempre. El autor del libro del Apocalipsis lo expresa con estas bellas palabras: «Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3, 20).

Queridos hermanos y hermanas, el testimonio de Marta y María nos anima a acoger a nuestros hermanos y a compartir con ellos la alegría del evangelio. Sepamos encontrar algún momento para estar a solas con Jesús y escuchar con gozo su Palabra.



† Juan José Omella Omella

Cardenal arzobispo de Barcelona


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