El Vaticano no se olvida de los más necesitados pese al coronavirus

El Vaticano no deja de ayudar a las personas sin hogar, aunque cambia la modalidad por precaución frente al coronavirus

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El mundo se ha puesto patas arriba con el coronavirus, pero hay cosas que no cambian. La ayuda a las personas sin hogar que realiza el Vaticano no se ha interrumpido, aunque haya cambiado su modalidad en algunos aspectos.

El martes 10 de marzo el Papa Francisco pedía a los sacerdotes que tuvieran el coraje de llevar la fuerza de la Palabra de Dios y la Eucaristía a los enfermos del coronavirus y a quienes luchan contra la enfermedad. Tampoco olvida el Papa a los más necesitados de Roma, a los que ayuda de forma concreta la Limosnería Apostólica que preside el cardenal Konrad Krajewski. “Respetando las reglas impuestas por la emergencia con inteligencia evangélica, continuamos yendo por las calles para dar de comer a las personas sin hogar”, ha explicado el cardenal. Se mantiene la ayuda en su sustancia aunque cambia la modalidad, porque sin esa ayuda esta gente no sabría qué hacer simplemente para tener algo que comer.

El cardenal Krajewski dice que es necesario lanzar este mensaje porque en estos momentos existe la tentación de pensar sólo en uno mismo, pero no se puede olvidar que para los pobres estos días son aún más difíciles, y la Iglesia no puede dejar de tender su mano a quien sufre y está solo. Es verdad que algunos voluntarios están asustados y han preferido dejar su labor de momento, y Krajewski lo comprende. Pero han llegado otros que han querido ocupar su puesto, sobre todo diáconos permanentes, sacerdotes y religiosas. Ahora que no podemos celebrar la misa con los fieles, explica, este servicio a los pobres se convierte en una especie de “celebración eucarística”

Por lo que se refiere a los comedores, en los más pequeños esta semana se evita que la gente se siente en torno a la mesa: se les entrega en mano una bolsa con alimentos y se van con ella. Donde los ambientes son más espaciosos se hacen dos turnos para que los indigentes se sienten con la debida distancia de seguridad entre ellos, y en todo caso se evita que estén en una cola esperando. También se han mantenido abiertas las duchas y los baños, porque los pobres tienen necesidad de estos servicios, y no tendrían otro sitio al que acudir. En definitiva, el Papa no quiere que se olvide a los más vulnerables en esta coyuntura, eso sí, usando toda la inteligencia que da el Evangelio y respetando las reglas.

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