El simpático comentario que hizo el Papa Francisco a este sacerdote italiano "Cada uno, lo que puede..."

Don Matteo, joven párroco en la zona màs afectada por la pandemia en Italia, recibió la inesperada llamada del Sumo Pontífice

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En la Val Seriana está la localidad de Nembro donde hay solamente cinco sacerdotes. Uno de ellos es el Padre Matteo Cella que anima el Oratorio de San Felipe Neri de esta ciudad con poco más de 11.000 habitantes. La creatividad de este sacerdote ha mantenido viva la comunidad durante la pandemia del coronavirus. Una labor incansable que incluso le ha valido el reconocimiento del Papa Francisco quien le llamó por teléfono.

El primer país en Europa que ha sufrido la pandemia del coronavirus ha sido Italia. Desde el día 10 de marzo los italianos se han visto confinados en casa, se cerró absolutamente todo y solo funcionaron las actividades esenciales. Pasaron los días y el número de contagios subía como también el numero de muertos. Sin embargo, en la zona cero de esta pandemia un joven cura intentaba, con todas sus fuerzas, dar esperanza a los fieles.

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La llamada del Papa Francisco

Algunos laicos, educadores del Oratorio San Filippo Neri en Nembro, le escribieron al Papa Francisco para contarle sobre el compromiso de su vicario parroquial, Padre Matteo Cella, que, en los días del drama de la pandemia no se desanimó nunca y supo cómo involucrar a los niños y a los jóvenes de la parroquia de manera ejemplar. Gracias a su coraje y a su positividad, los jóvenes participaron en la distribución de mascarillas, ayudando a los más vulnerables, organizando la Santa Misa del domingo en streaming y ofreciendo algunos conciertos en las redes sociales de la parroquia. El objetivo era solamente uno: mantener las relaciones humanas y alimentar la esperanza de la gente en los días más difíciles.

Padre Matteo ha dejado una entrevista a la revista Ecclesia para contar sus emociones cuando recibió la llamada del Papa Francisco: “Alguien del pueblo escribió un e-mail al Vaticano explicando que, si bien solo se hablaba de los muertos de Nembro, había otra realidad que era la de cómo sus habitantes estaban arremangándose de muchas formas y con mucha creatividad. Esta persona dejó en el e-mail mi número de teléfono” contó Padre Matteo.

El domingo 3 de mayo, por la tarde, el Papa Francisco le llamó. “Lo primero que pensé fue que era una broma, pero la voz era tan reconocible que no se podía confundir con otra. Francisco me dijo que le habían informado de todas las actividades que llevábamos a cabo pese a la pandemia y me dio las gracias. Yo le respondí que no habíamos hecho nada del otro mundo” dijo Padre Matteo. El Papa le replicó con esa frase sencilla y simpática que fue: «Cada uno hace lo que puede». También se acordó de los niños y jóvenes del Oratorio con un «salúdame a tus chicos».

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Los momentos más difíciles

Padre Matteo quiso también recordar esos momentos tan difíciles, a mediados de marzo, cuando la pandemia llegó con mucha fuerza en esa zona del norte de Italia: “En 2019 tuvimos 120 funerales en todo el año. Este año, desde finales de febrero a principios de abril, celebramos 188. La primera semana de marzo tuvimos dos funerales al día, un total de 14. Fue la última semana que pudimos celebrarlos porque después se prohibieron. Lo único que podíamos hacer era acompañar los ataúdes al cementerio con un máximo de 10 personas. Bendecíamos los féretros y poco más. Pero lo hicimos con todos, para que nadie fuera abandonado ni siquiera en los momentos finales”.

Sobre el momento más duro vivido en estos meses Padre Matteo lo tiene claro: “La semana más difícil fue aquella en la que murieron hasta 10 personas al día. En una semana fallecieron 60. La tragedia fue aún mayor cuando, en los 15 o 20 días siguientes, comenzaron a llegar las cenizas de todos estos muertos y nos pasábamos el día en el cementerio. La muerte se respiraba”.

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Las actividades en la parroquia durante el confinamiento

Sin embargo, también ha querido contar que durante esos meses la parroquia no ha parado de hacer cosas: “Lo más difícil fue el hecho de que, una vez las personas ingresaban en el hospital, se perdía todo contacto. Los familiares no podían visitarlos y en ellos quedaba una gran sensación de haber abandonado a sus seres queridos. Por eso, teníamos que ayudarlos a no sentirse culpables. También hemos intentado que nadie se sintiera solo. La distancia y la soledad han sido el otro drama. Por eso, ideamos formas distintas de entrar en contacto con la gente, porque incluso nosotros, si hacíamos visitas, podíamos convertirnos en vector de contagio. Comenzamos a llamar por teléfono, a videollamar… Aparentemente no se podía hacer nada por el confinamiento, pero, en realidad, no parábamos. Hacíamos muchas actividades a distancia porque nos empeñamos en mantener vivos los grupos de la parroquia, las catequesis… Al final no teníamos casi tiempo porque enganchábamos una llamada con otra, una videollamada con otra.”

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Esperanza para el futuro

Por último, ha querido añadir sobre el ambiente que se respira ahora en Nembro: “La otra cara de la moneda siempre han sido las ganas de vivir. Empezamos a buscar cómo hacerlo. Transmitíamos la misa en YouTube, ayudamos a los niños que no tenían ordenador a hacer los deberes imprimiéndolos en la parroquia y se los mandábamos. En aquellos momentos tan duros las iniciativas para reaccionar, para volver a la vida fueron muchas. Hay ganas de cerrar este capítulo, de pensar en el futuro, sin olvidar, claro. Estamos pensando en actividades de verano, sobre todo, para los niños y jóvenes en el Oratorio. Hemos pensado también en acoger a personalidades del mundo de la cultura para reflexionar sobre el futuro de los jóvenes, del trabajo, de la educación, de los jóvenes… No nos podemos parar, aunque algunas personas sigan teniendo, lógicamente, un poco de miedo”.

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