Día final

'Infiltrado en la JMJ': resumen de la experiencia en Panamá

Después de una semana intensa de JMJ, vuelvo desde Panamá y lo primero que hago es ponerme frente a la cámara y contar mi experiencia

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Es el último día en Panamá. Nos despedimos de las familias que nos acogen, celebramos la última misa y nos vamos al avión. Ha sido una semana llena de emociones en la JMJ, y es muy difícil expresar lo que hemos vivido. Por eso, lo primero que he hecho al llegar, ha sido ponerme en frente de la cámara por última vez, para contar lo que he sentido.

Después de haber podido recargar la cámara, de la paliza de la vuelta a casa después de la misa final, y de haber descansado un poco; pudimos compartir los últimos momentos con nuestras familias de acogidas. Compramos regalos, comimos y después volvimos a vernos toda la delegación española en la Santa Misa, presidida por el Cardenal Antonio Cañizares. 

Nos despedimos de toda esa gente que nos ha acogido desde el principio como si fuérmaos parte de su familia -y de paso poder revivir la caridad en su esencia- y partimos hacia el aeropuerto de Tocumen.

Resumir todas las cosas que han pasado es muy complicado. Hemos bailado, cantado, reído, andado, comido, divertido, sufrido... y en palabras de muchos de los jóvenes, nos hemos sentido cerca de Dios. Ha pasado algo especial, algo que es difícil entender sin vivirlo, sin verlo, sin estar ahí.

La despedida ha sido emocionante, incluso para mí, siendo el 'periodista' que nadie conocía. Ha sido bonito ver cómo vivir cosas tan intensas y profundas, unen tanto a la gente. De no habernos visto en la vida, pasamos a que parezca que nos conocieramos de toda la vida.

Dejamos atrás una "familia segunda panameña" -como ellos mismos decían-, unas palabras del Papa que nos han tocado y que queremos hacer reales, un montón de nuevos amigos del mundo entero, decenas de momentos inolvidables que cambian nuestra vida.

Podría escribir miles de anécdotas, momentos, conversaciones... pero lo mejor es verlo. Así que sin enrollarme más, os doy las gracias a todos los qyue nos habéis seguido, leído y visto. Rezamos por vosotros y esperamos, que ojalá, hayamos podido transmitir, eso tan grande que se vive en las Jornadas Mundiales de la Juventud. La presencia constante de algo más grande, que nos cuida y nos quiere permanentemente.

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