Esta es la razón por la que los jóvenes necesitan la JMJ de Panamá

La mayor parte de los 200.000 jóvenes que asistirán a la JMJ de Panamá son centroamericanos

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Centroamérica es una de las zonas del mundo en donde muchos jóvenes se ven vinculados al desempleo, la violencia o las drogas. Unos problemas que se dan en Pananá, el país que en escasos días acogerá la Jornada Mundial de la Juventud 2019. Se estima que casi la mayor parte de los 200.000 peregrinos que van a asistir son jovenes centroamericanos. 

El responsable de Pastoral Juvenil de Costa Rica, Miguel Adrián Rivera, espera que el gran evento que empieza el martes refuerce la apuesta de sus episcopados por una sólida formación cristiana de las nuevas generaciones. 

En los países centroamericanos casi la mitad de la población tiene menos de 25 años, por encima del conjunto de América Latina (43 %). Los más llamativos son los datos de Guatemala (57,3 %) y Honduras (53 %).

Además, en estos países hay un alto índice de atraso educativo. Entre el 23 % y el 59 % de los jóvenes, según los países, no llega a los últimos años de Secundaria, y un 10,5 % abandona esta etapa formativa. El Quinto Informe sobre el Estado de la Región, elaborado en 2016 bajo el auspicio del Consejo Nacional de Rectores de universidades públicas de Costa Rica, reconoce además las malas condiciones de los centros y la falta de inversión pública: 250 dólares por habitante, frente a los 450 del conjunto de América Latina y los 2.000 de la OCDE. Esta situación impide en gran medida aprovechar el potencial de una población tan joven.

Además, este año, y por primera vez desde que en París 1997 se introdujeron los Días en las Diócesis, otro país será coanfitrión de esta primera etapa de la Jornada. Se trata de la vecina Costa Rica, que recibió "con mucha ilusión la petición de los obispos panameños", afirma el padre Miguel Adrián Rivera, responsable costarricense de Pastoral Juvenil.

JMJ, una experiencia de Dios para todos los jóvenes

A la Iglesia también le preocupa "el indiferentismo religioso que ha traído la globalización", subraya el padre Rivera. Para ello, necesitan formación y acompañamiento. Es la apuesta –explica– que en los últimos años han hecho los episcopados de Centroamérica y el resto de América Latina. "Habíamos cometido el error" –reconoce Rivera– de caer en una pastoral juvenil muy dependiente "de los carismas de los líderes juveniles. Y hemos llegado a la conclusión de que la educación en la fe requiere itinerarios concretos".

Este proceso se inspira en el documento de Aparecida. Busca que cada joven, "a partir del kerigma y el encuentro personal con Cristo, con todo lo apasionante de su vida, su ministerio y su misterio pascual, pueda vivir un proceso de discipulado; de comunión, pues el estilo de Cristo no es para vivirlo de forma aislada sino que se comparte; y de misión".

El sacerdote espera que esta JMJ "fortalezca todo esto, desde la experiencia de cómo se vive en otras latitudes. Los jóvenes de cada parte del mundo tienen una experiencia de Dios que puede enriquecer a los demás". Además, ha recalcado que han "puesto gran énfasis, en las actividades de los DED, a los espacios de acción social, con visitas a hogares de ancianos, limpieza de zonas comunales y construcción de viviendas".

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