La Iglesia en Filipinas se moviliza para hacer frente a la pandemia

La Iglesia también lucha para hacer frente especialmente a las consecuencias sociales que deja el coronavirus

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La emergencia del coronavirus está provocando grandes dificultades entre la población más pobre del área metropolitana de Manila. En esa región de la capital millones de personas viven por debajo del límite de la pobreza y el aislamiento afectaduramente a los que trabajan por jornada, de manera que se plantea el problema apremiante de asegurar la comida a estas personas.

Con al programa Damayan (Compasión), Caritas Manila está recogiendo donaciones para elaborar unos Kit con dispositivos sanitarios para reducir el riesgo de contraer la enfermedad y paquetes de alimentos que ayudarán a los más pobres durante los días que dure el bloqueo. Ya se han distribuido más de tres mil paquetes entre parroquias y comunidades. Caritas Manila promueve también otra importante iniciativa, fruto de la colaboración con el sector privado y las autoridades locales. Algunas importantes empresas filipinas han donado 27 millones de euros para la distribución de un bono de alimentos a los residentes pobres de Metro Manila y alrededores.

Estas empresas han pedido a  la Iglesia que distribuya estos bonos, con un valor de 18 euros, a un millón de familias indigentes. Esto significa que se beneficiarán cerca de 5 millones de personas, y esta suma permitirá a cada núcleo familiar poder comprar comida para 5 a 7 días. 

Distribuir estos bonos supone un gran desafío para los voluntarios de Caritas Manila, que deben ir casa por casa, respetando la distancia de seguridad. Después las familias pueden ir al supermercado más cercano para poder gastar el bono. El Secretario de Cáritas Manila, P. Anton Pascual, reconoce que a pesar del miedo y de la incertidumbre, “los filipinos pobres mantienen firme su fe en Dios”, pero necesitan el testimonio de esperanza de los voluntarios, que además trabajan para sensibilizar a las comunidades sobre las precauciones higiénico-sanitarias de base.

La Iglesia en Filipinas está desplegando todos sus recursos para responder a la pandemia, también a su preocupante dimensión social. Varias instituciones educativas han abierto sus puertas para que cientos de personas sin hogar puedan encontrar un lugar seguro donde permanecer protegidas del contagio y con una mínima atención que consiste en ofrecerles un baño, comida caliente y atención sanitaria básica.  

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