La historia de Dulce Lopes Pontes, la nueva santa y la "Madre Teresa brasileña"

Dulce Lopes Pontes ha sido canonizada el pasado domingo 13 de octubre y esta es su historia y ejemplo de fe

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Dulce Lopes Pontes nació en Salvador de Bahía en 1914; a sus 18 años quedó impresionada por la pobreza que descubrió al visitar uno de los barrios de su ciudad y de ahí nació su decisión de transformar su casa en un centro de acogida para personas necesitadas. Hoy es santa, después de que el Papa Francisco la haya canonizado el domingo 13 de octubre.

Entró en la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, y comenzó a atender a los pobres de la favela de Alagados. Se comprometió en la educación de los obreros y fundó para ellos la Unión de los Trabajadores de San Francisco. En los enfermos y necesitados reconocía siempre el rostro de Cristo que pedía ser amado. Fruto de ese impulso fue la puesta en marcha de un dispensario médico, una biblioteca, una escuela y un cine.

Su fama hizo que los enfermos que llegaban fuesen cada vez más numerosos, hasta el punto de no saber dónde hospedarlos. Al principio los acogía en algunas casas abandonadas en un barrio degradado de Bahía, apodado no por casualidad "la Isla de las ratas". En 1949, la Hermana Dulce obtuvo de su Superiora el permiso para utilizar el gran gallinero adosado al convento, y allí construiría, diez años más tarde, el hospital de San Antonio, que hoy cuenta con más de 1.500 camas y está a la vanguardia en el tratamiento de las enfermedades oncológicas. Se trata de una de las mayores obras realizadas por la nueva Santa.

La propia vida de la Hermana Dulce es la prueba clara de que el amor puede verdaderamente superar todos los obstáculos. La última etapa de su vida estuvo muy probada por la enfermedad: su función respiratoria se vio disminuida en un 30% , y en 1991 tuvo que ser ingresada durante dieciséis meses en el hospital donde recibió la visita de Juan Pablo II, quien, a su vez, la había recibido en audiencia diez años antes. El 13 de marzo de 1992 moría esta mujer conocida como la "Madre Teresa brasileña", y miles de personas se reunieron en torno a ella para el último saludo. Sobre todo eran los pobres y enfermos a quienes había consolado y cuidado durante toda su vida, que ya la veneraban como Santa, anticipándose así al juicio definitivo de la Iglesia.

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