El genocidio armenio y la resistencia al olvido

Hoy se conmemoran 105 años del genocidio armenio y el asesinato de más de un millón y medio de cristianos

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Hoy 24 de abril se conmemoran 105 años del genocidio armenio, el asesinato de más de un millón y medio de cristianos de esta nacionalidad perpetrado por el Imperio Turco Otomano entre 1915 y 1923. La masacre comenzó el 24 de abril de 1915, cuando las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Constantinopla (actualmente Estambul). La cifra de detenidos ascendió a 600 los siguientes días.

Más adelante, el Gobierno ordenó la expulsión de toda la población armenia, que tuvo que caminar cientos de kilómetros por el desierto, sufriendo hambre, sed, pérdidas de vidas humanas, robos y violaciones por parte de los gendarmes musulmanes que debían protegerlos, a menudo en combinación con bandas de asesinos y bandoleros.

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El recuerdo de Papa Francisco en el 2015

El 12 de abril del 2015, el Papa Francisco celebró una Misa especial en la Basílica de San Pedro, a la que asistieron miles de fieles para conmemorar los 100 años del genocidio.

“La humanidad conoció en el siglo pasado tres grandes tragedias inauditas: la primera, que generalmente es considerada como ‘el primer genocidio del siglo XX’, afligió a su pueblo armenio – primera nación cristiana –, junto a los sirios católicos y ortodoxos, los asirios, los caldeos y los griegos”, expresó en su homilía.

Recordó que “fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos e incluso niños y enfermos indefensos”. Es “necesario recordarlos, es más, es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla”, afirmó el Papa.

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Un aniversario marcado por el coronavirus

Hoy al mediodía, las campanas de todas las iglesias de Armenia sonaron en memoria de todas las víctimas del genocidio armenio. Pero el 105 aniversario de la tragedia que golpeó al pueblo armenio no tendrá grandes manifestaciones públicas, debido a la emergencia del coronavirus: en Etchmiadzin, la Sede Madre de la Iglesia Apostólica Armenia, se celebrará una Liturgia Divina a puerta cerrada, y así será en todas las iglesias, en una comunión espiritual. No será posible ir a Tsitsernakebard, al Museo del Genocidio, a reunirse allí, debajo del "nido de golondrinas" y recordar lo que sucedió.

La nación cristiana más antigua del mundo, aquella en la que la historia no se mide en siglos, sino en milenios, se encuentra en un momento de la historia que parece estar suspendido. Pero la historia sigue adelante en Armenia, y la memoria es un ejercicio crucial para las personas que hicieron del libro una especie de culto, y que creen que su fe fue salvada por 36 soldados, que son, además, las letras del alfabeto.

"La Santa Sede de Ethcmiadzin – se lee en una nota de la Iglesia Apostólica Armena - invita a los niños de nuestro pueblo a rezar en sus hogares en este día sagrado, en las difíciles condiciones de la pandemia, y a rezar a Dios por la intercesión de nuestros santos mártires por la vida sana y segura de nuestra gente en todo el mundo y por la paz y la prosperidad de nuestra patria".

Las campanas volvieron a sonar a las 21 ayer por la noche durante tres minutos seguidos, mientras que las luces se apagaron en la capital, Ereván, y en todas las regiones para conmemorar el genocidio. Todos los ojos estarán puestos en el Tsitsernakaberd, mientras que en todas las calles se escuchará la canción "Come my Nightingale" de Patkanyan. A las 10 de la mañana, el presidente, el primer ministro y el Catholicos Karekin II han ido al monumento que recuerda el genocidio y el gobierno armenio ha puesto una corona de 105 flores frente al fuego eterno del monumento, en nombre de todos los armenios.

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El compromiso de la Santa Sede

Entre el siglo XIX y principios del XX, millones de armenios fueron deportados hasta los trágicos sucesos de 1915. Gracias al trabajo del padre Henry-Georges Ruyssen, se conoce el compromiso de la Santa Sede de ayudar y salvar a los refugiados. De hecho, Benedicto XV dio la bienvenida a los refugiados armenios a la residencia papal de Castel Gandolfo y había escrito tres veces al sultán de Turquía para pedirle que detuviera el exterminio.

El enfoque diplomático no tuvo éxito también debido a la disolución del Imperio Otomano. Se formó un estado armenio, pero fue efímero y pronto fue absorbido por la Unión Soviética, que silenció el asunto hasta 1991. Pero había, en el Vaticano, una personalidad que mantuvo vivo el tema con su mera presencia. Fue el cardenal Gregorio Pietro Agagianian. El cardenal fue considerado como posible Papa en el cónclave que eligió a Juan XXIII, el único cardenal del rito oriental en la historia moderna que llegó muy cerca de ser Papa.

Nacido en 1895 en el Imperio ruso, ordenado sacerdote en Roma en 1917, nuncio apostólico en 1935, el cardenal Agagianian fue católico de Cilicia de 1937 a 1962 y prefecto de la Congregación de Propaganda Fide de 1958 a 1970. Fue ordenado cardenal en 1946.

Hay un edicto del Vicariato de Roma del 4 de febrero de 2020 que ordena recolectar y enviar todos los escritos del Cardenal para el proceso de beatificación al Tribunal de Apelación. Quizás, la Iglesia Apostólica Armenia puede tener pronto una beatificación.

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