Organizaciones católicas reclaman un estilo de vida más simple para evitar la pobreza

La iniciativa 'Enlázate por la justicia' está integrada por organizaciones católicas en el que se analizan los impactos sociales y ambientales del sector textil

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Las organizaciones católicas que integran 'Enlázate por la Justicia' han presentado el quinto informe con el que termina el ciclo 'Conecta Pobreza' y que analiza el impacto del sector textil en el planeta -- el segundo más contaminante después del petrolífero -- al tiempo que reclaman un estilo de vida más simple y un consumo de moda sostenible.

Las organizaciones, en el marco de la campaña 'Si Cuidas el Planeta, Combates la Pobreza' han analizado en este año a lo largo de cinco informes cómo afectan al planeta y a las personas los hábitos de consumo y estilo de vida, como el uso del agua, los alimentos, los teléfonos móviles, y los transportes y la energía y que, en plena crisis de la Covid-19 urgen abordarse.

Ante la próxima celebración del Día Mundial del Medio Ambiente y el quinto aniversario de la encíclica del Papa Francisco 'Laudato Si', el informe recuerda que el algodón utiliza el 10 por ciento de todos los pesticidas que afectan al planeta y el 2,4 por ciento de las superficies cultivables. El informe recuerda que confeccionar unos pantalones vaqueros requiere 7.500 litros de agua y el 20 por ciento de los tóxicos que se vierten al agua proceden de la industria textil.

La iniciativa 'Enlázate por la justicia' está integrada por Cáritas, CEDIS, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y Red de Entidades para el Desarrollo Solidario, en el que se analizan los impactos sociales y ambientales del sector textil a través de las cinco etapas del ciclo de vida de la ropa, constituido por la extracción de materias primas, la producción de tejidos y su confección, el transporte, el consumo y residuos generados.

"El consumismo obsesivo es el reflejo subjetivo del paradigma tecnoeconómico", recuerda Laudato Si. El informe explica que esto se debe a que el mercado tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos y las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y gastos innecesarios.

La encíclica denuncia también que la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca y en su punto 215 recomienda "prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista".

Asimismo, el informe denuncia que el 80 por ciento del personal laboral en la industria textil son mujeres que suelen comenzar a trabajar a los 14 años de edad, con jornadas de trabajo entre 12 y 14 horas y con suerte disponen de un día libre a la semana o una semana de vacaciones al año y con salarios que no permiten cubrir sus necesidades básicas, al tiempo se exponen al riesgo de sufrir distintas afecciones de salud por el uso de los tintes utilizados en los procesos de confección.

También recuerdan que Bangladesh, India y Camboya son los mayores exportadores de textil del mundo por la deslocalización de la producción que genera consecuencias medioambientales como el incremento del transporte, y el aumento de infraestructuras y de la contaminación. Por ejemplo, las camisetas que llegan cada día para su venta en la Unión Europea recorren hasta por siete países emitiendo millones de toneladas de CO2 solo en su transporte. El modelo de 'moda rápida' favorece los constantes cambios de colecciones a bajo precio que alienta a comprar y desechar ropa frecuentemente.

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El 40% de la ropa que se compra no llega a usarse nunca

El informe concluye que el sector incentiva un consumismo de necesidades "desproporcionadas" que lleva al consumidor a comprar hasta 13 veces al año aunque el 40 por ciento de lo que se compra no se llega a utilizar nunca. De modo que ese modo de consumo aumenta la generación de residuos.

Desde 'Enlázate por la Justicia' apela a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, promovidos por la Agenda 2030, como un llamamiento a los ciudadanos, empresas y gobiernos a tomar medidas para acabar con la pobreza, proteger el medio ambiente y garantizar una vida plena y de paz a todas las personas.

En definitiva, las organizaciones señalan el papel principal del sector textil, sobre todo en los procesos de producción y distribución, ya que representa un 8 por ciento de las emisiones globales, emite tanto CO2 como Rusia. Por eso, insisten en la importancia del reconocimiento de la responsabilidad por parte del sector y le instan a hacer una declaración sobre su trabajo para revertir la situación actual y planificar un futuro realmente sostenible. En concreto, reclaman al sector textil que ejerza un papel protagonista para cumplir el objetivo y reducir su impacto sobre los ecosistemas y los hábitat terrestres en las operaciones de la empresa, respetando la normativa medioambiental de los países en los que opera e integrando la conservación de la diversidad biológica en su estrategia de negocio.

Además, le recuerdan que existen sellos de comercio justo que certifican que ciertos productos se elaboraron de acuerdo con algunos principios sociales o ambientales, la Directiva europea de residuos impulsa la transición hacia una economía circular que potencie la competitividad global de la UE, el crecimiento económico sostenible y genere empleo.

El informe apuesta por fomentar la economía circular que está inspirada en el modelo cíclico de la naturaleza y es un concepto económico que se interrelaciona con la sostenibilidad y el cuidado medioambiental y cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales, los recursos y materias primas, se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, reduciendo así al mínimo la generación de residuos, frente a la economía lineal, basada en el "usar y tirar" (extracción, fabricación, utilización y eliminación).

Por último, en cuanto a los hábitos personales de los consumidores insta a contribuir a terminar con la cultura del desperdicio, a acabar con el hábito de usar y tirar; a comprar ropa de segunda mano y crear grupos de familia o ciudadanos con los que compartir la ropa. De este modo, se contribuirá a disminuir los residuos textiles y alargar la vida útil de los mismos.

De hecho, apuntan que si cada persona estira la vida útil de sus prendas uno o dos años, se reducirán las emisiones contaminantes un 24 por ciento según datos de Greenpeace. Finalmente, en cuanto al ámbito político, reclaman una Ley de Diligencia Debida en España que obligue a las empresas a prevenir el riesgo de contaminación del agua, a respetar los derechos humanos y laborales en los países donde se deslocaliza la producción de ropa, así como a contribuir a un Tratado Vinculante en el marco de las Naciones Unidas para el respeto de los Derechos Humanos por parte de las empresas transnacionales.

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