Mons. Luis Argüello: "La muerte provocada no es la solución para los problemas de la sociedad"

El secretario general de la CEE ha afirmado que la Iglesia es partidaria de los cuidados paliativos y la defensa de la vida, sin ensañamiento terapéutico 

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El secretario general de la Conferencia Episcopal EspañolaMonseñor Luis Argüello ha recordado este viernes 5 de abril durante la rueda de prensa con motivo del final de la Asamblea Plenaria, que la respuesta de la Iglesia ante la eutanasia es "que la muerte provocada nunca es la solución a los conflictos".

Durante el balance habitual de la Asamblea Plenaria de los obispos, que se ha celebrado del 1 al 5 de abirl en la sede de la CEE, Argüello ha insistido en que la postura de la Iglesia es de apoyo y defensa total a la vida. En este caso, ha añadido su apoyo a los cuidados paliativos y a la atención a los cuidadores de los enfermos.

"La Iglesia apuesta por la defensa de la vida y los cuidados paliativos. Por supuesto, no está a favor del ensañamiento terapeutico", ha señalado.

"La muerte no es la solución a los problemas"

El obispo auxiliar de Valladolid también se ha pronunciado sobre el reciente caso ocurrido en Madrid. Ha hecho referencia también a la "reflexión" en campaña electoral y en la sociedad sobre la ley que regule la eutanasia.

En primer lugar, ha expresado el pésame por la situación que "tan dramática" que está viviendo esta familia y ha manifestado que no piensa en la cárcel "para nadie". "Pero sí que estoy pensando en la necesidad de que, desde la defensa radical de la vida, implementos como sociedad, un apoyo a todo lo que no sea que la muerte sea la solución de los problemas", ha apuntado.

El conflicto que quiere abordar la ley es "el sentido de la vida"

Mons. Argüello ha recordado que "la leyes son la expresión de la racionalidad de un pueblo a la hora de tratar de regular algún asunto que tenga que ver con el bien cómun". Ha subrayado que el conflicto que se afronta es "el del dolor, el sufrimiento, el sentido de la vida y la propia vida".

Sin embargo, su planteamiento es el mismo, mensaje que ha trasladado también en este contexto electoral. "Pensamos que la muerte provocada nunca es la solución a los conflictos, ni en el caso del aborto o de la eutanasia ni en otros casos de la vida ordinaria", ha mantenido el secretario general.

Una cultura de la vida

El mensaje de defensa de la vida se extrapola a otras áreas. Así lo ha puesto de manifiesto el obispo. Ha hecho referencia, por ejemplo, a los inmigrantes que mueren a las puertas de Europa, en el Mediterráneo. A ese caso ha sumado la mencionada eutanasia y también el aborto, para devolver la reflexión a la sociedad.

"¿Por qué no nos planteamos, desde la afirmación radical de la vida ,como don ayudar a las personas en los cuidados paliativos, ayudar a los cuidadores a sobrellevar este momento tan singular que supone la situación de una persona dolorida, sufriente, sin esperanza quizas de sanación, poderles ofrecer el consuelo de la compañía y el cuidado?"

En el caso del aborto, ha señalado "el cuidado de la madre" y sobre la eutanasia, ha vuelto a referirse a "los cuidados paliativos y la atención a los cuidadores" como bases de esa respuesta.

La eutanasia, un dilema ético para los médicos

El secretario general ha afirmado ser consciente de que el contexto en el que se producen los planteamientos de estas leyes y las enfermedades degenerativas "están pidiendo de nosotros una reflexión".

La de Mons. Argüello ha comenzado con un recordatorio: "Los avances en la medicina hacen que se prolongue la vida". Después de reiterar su rechazo al ensañamiento terapéutico, ha puesto de relieve cómo puede afectar al sector sanitario la eutanasia desde su misión de proteger la vida.

Se ha remitido al Consejo General de los Colegios Oficiales de Médicos y a su Código Ético y Deontólogico. "El médico no provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni en caso de petición expresa por parte de este", ha leído del documento.

Además, ha aportado que este postulado responde a una "larga tradición de la vida médica", que parte desde el juramento hipocrático con el mismo compromiso: no proporcionar sustancias o drogas para provocar la muerte.

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