El mensaje del obispo de Astorga sobre inmigración, más que un lamento

Juan Antonio Menéndez, obispo de Astorga, afirma en su mensaje que la muerte de 18 personas y la desaparición de otras 17 no es un caso más.

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El obispo de Astorga y presidente de la Comisión Episcopal de MigracionesJuan Antonio Menéndez, ha reaccionado ante el último suceso migratorio en nuestro país. El episcopado ha lanzado un mensaje en el que manifiesta que la muerte de 18 inmigrantes y la desaparición de otras 17 personas cerca de las costas de Melilla y Cádiz es más que un nuevo caso de inmigración. Se trata del fracaso de las acciones políticas de los estados europeos y africanos por su ausencia de puntos comunes para afrontar esta circunstancia. En la mañana de hoy, otros 124 inmigrantes han sido rescatados en las zonas del mar de Alborán y el Estrecho de Gibraltar. A continuación puedes leer el mensaje completo del obispo de Astorga sobre las migraciones: 

"Esta tra­ge­dia hu­ma­na pone ante nues­tros ojos, una vez más, la si­tua­ción tan de­ses­pe­ra­da que vi­ven mi­les de per­so­nas en el nor­te de Áfri­ca, la ma­yo­ría de ellas jó­ve­nes. Du­ran­te este año más de qui­nien­tos in­mi­gran­tes de los cer­ca de cin­cuen­ta mil que se han echa­do a la mar, han muer­to en el in­ten­to de cru­zar el mar Me­di­te­rrá­neo ha­cia Eu­ro­pa bus­can­do un fu­tu­ro me­jor para sus vi­das. Este he­cho pone de ma­ni­fes­tó el fra­ca­so de las po­lí­ti­cas mi­gra­to­rias de los Es­ta­dos de Eu­ro­pa y Áfri­ca por la fal­ta de cri­te­rios co­mu­nes para abor­dar este fe­nó­meno y la ne­ce­sa­ria so­li­da­ri­dad en­tre los paí­ses.

Es ur­gen­te que nues­tros go­ber­nan­tes to­men de­ci­sio­nes fir­mes para so­lu­cio­nar el fe­nó­meno de la mi­gra­ción irre­gu­lar que tan­to su­fri­mien­to cau­sa a las per­so­nas y a sus fa­mi­lias. Quie­ro re­cor­dar las pa­la­bras del Papa Fran­cis­co ante el Par­la­men­to eu­ro­peo en no­viem­bre de 2014: “No se pue­de to­le­rar que el mar Me­di­te­rrá­neo se con­vier­ta en un gran ce­men­te­rio. En las bar­ca­zas que lle­gan co­ti­dia­na­men­te a las cos­tas eu­ro­peas hay hom­bres y mu­je­res que ne­ce­si­tan aco­gi­da y ayu­da. La au­sen­cia de un apo­yo re­cí­pro­co den­tro de la Unión Eu­ro­pea co­rre el ries­go de in­cen­ti­var so­lu­cio­nes par­ti­cu­la­ris­tas del pro­ble­ma, que no tie­nen en cuen­ta la dig­ni­dad hu­ma­na de los in­mi­gran­tes, fa­vo­re­cien­do el tra­ba­jo es­cla­vo y con­ti­nuas ten­sio­nes so­cia­les”.

Quie­ro ma­ni­fes­tar tam­bién mi so­li­da­ri­dad y apo­yo a los obis­pos, a las dió­ce­sis y a las De­le­ga­cio­nes de Mi­gra­cio­nes y Cá­ri­tas del sur de Es­pa­ña y del nor­te de Áfri­ca que cada día aco­gen, pro­te­gen y acom­pa­ñan a mi­les de in­mi­gran­tes en es­tre­cha co­la­bo­ra­ción con otras or­ga­ni­za­cio­nes so­cia­les y de sal­va­men­to ma­rí­ti­mo. Esta so­li­da­ri­dad es­pon­tá­nea del pue­blo es un signo de es­pe­ran­za para mu­chas per­so­nas y un aci­ca­te para que nues­tras au­to­ri­da­des ac­túen con de­ci­sión para erra­di­car de una vez por to­das las cau­sas que pro­vo­can es­tas tra­ge­dias".

† Juan An­to­nio, obis­po de As­tor­ga​

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