Así viven el 'aislamiento' por coronavirus las monjas de clausura

En Alfa y Omega han recorrido distintos conventos para hablar con las monjas de clausura, que viven 'aisladas' por voluntad propia

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Todos estamos invitados a permanecer en nuestras casas para frenar la difusión del coronavirus, pero hay personas que eligen libremente autoconfinarse para vivir su vocación. Ese es el caso de las monjas de clausura, y ellas viven también esta crisis del coronavirus, pero de otra manera.  

Efectivamente, ellas ya vivían sin salir de su casa antes de la aplicación del estado de alarma, porque su vocación consiste en rezar a Dios sin descanso por las necesidades del mundo. Naturalmente, en este momento intensifican su oración para pedir el fin de la pandemia. Nuestro compañero de Alfa y Omega, José Calderero, ha recorrido varios conventos de contemplativas para saber cómo afrontan esta circunstancia.

Las Clarisas del Convento de Santa Clara (Montilla, Córdoba) se levantan habitualmente a las 06:15 y no paran de rezar hasta la hora del desayuno a las 9:30. A pesar del madrugón, las 14 hermanas han decidido hacer una hora extraordinaria de adoración ante el Santísimo todos los días hasta que se acabe la pandemia. Y a la hora en la que habitualmente se van a la cama, a las 21:45, exponen el Santísimo hasta las 12 de la noche para rezar por el mundo en estas circunstancias tan difíciles.

De igual modo, las hermanas de la Orden de la Visitación de Santa María, las Salesas,  rezan a diario por los enfermos, por los que han muerto y por los sanitarios que hacen frente a esta crisis. Además, alientan a los españoles a hacer lo mismo y que en este tiempo de confinamiento vuelvan la mirada a Dios, para pedirle que pase pronto esta dura prueba. De lunes a miércoles las 22 hermanas del Monasterio de la Visitación sacan en procesión una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y rezan el rosario por el fin de los contagios.

La propia forma de vida de las monjas de clausura también puede servir de ejemplo para todos los que nos vemos obligados a permanecer en el hogar. Las Mercedarias Descalzas de la Purísima Concepción, nos aconsejan la práctica de la paciencia y observan que es un momento para que los hijos vean que sus padres también rezan. Es un momento para pedirle al Señor fuerza y paz; y también para recuperar el sentido de nuestra vida la vida. Todo hace falta: hace falta trabajar, salir, el ocio,pero también  unirnos como familia y rezar, nos dicen.

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