Cardenal venezolano pide "elecciones libres" con vigilancia internacional

El cardenal venezolano Baltazar Porras asegura que la Iglesia está con los que buscan la paz y la constitucionalidad

María Martínez López

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"Me da miedo un derramamiento de sangre". Las palabras del Papa el domingo, durante el vuelo de vuelta al Vaticano desde Panamá, dejaron claro cuál es la principal preocupación hoy de la Iglesia con respecto a Venezuela; una inquietud que ha sobrevolado toda la Jornada Mundial de la Juventud.

La crisis en este país y el éxodo de tres millones de venezolanos fue una de las heridas que los jóvenes latinoamericanos llevaron al vía crucis del viernes. Y, el domingo, el Papa pedía "una solución justa y pacífica". Pero fue en el vuelo papal, mientras continuaba la represión del Gobierno a las protestas y crecían las noticias y rumores sobre la implicación de agentes extranjeros en medio de esta volátil situación de dos gobiernos enfrentados, cuando Francisco fue más explícito: "El problema de la violencia me aterroriza". Por eso, pedía "grandeza" a todos para "ayudar a resolver el problema".

Elecciones libres con vigilancia internacional en Venezuela

Apenas un punto más comedido se mostraba el cardenal venezolano Baltazar Porras, arzobispo de Mérida y administrador apostólico de Caracas, que mostraba su deseo de que el cambio "se pueda dar de manera pacífica, lo mas pronto y con el menor trauma posible".

La sintonía entre la Santa Sede y la Iglesia venezolana es plena, si bien cada parte desempeña su papel. El cardenal Porras entiende que, "en medio del fragor, se quiera que todas las instancias se expresen. Pero somos los obispos los que hemos sido puestos para esto, y el Santo Padre y el Vaticano respaldan totalmente lo que estamos haciendo", compartía con Alfa y Omega a punto de regresar a su país desde Panamá.

Es sobre el terreno donde mejor se puede "manejar con prudencia muchas situaciones. Nos toca estar muy cerca de nuestra gente, acompañarlos y abrir espacios" para la confianza, "buscando que se actúe desde la racionalidad y no desde la emocionalidad. Eso no quiere decir que el Papa y sus colaboradores estén de brazos cruzados".

El apoyo por parte de los obispos al cambio que se esboza en el país bolivariano no pretende mostrar "que estamos con unos o con otros, sino recoger las inquietudes de la gente, y transmitir que la Iglesia está con quienes representan y buscan la constitucionalidad y la paz, y no con los que ilegítimamente quieren mantenerse a toda costa en el poder. Es al pueblo al que le toca elegir. Por eso es necesario abrir un periodo de transición que lleve a elecciones libres, con vigilancia internacional. Como lo propuso hace dos años el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, sin obtener respuesta".

Al cierre de esta edición, corría el reloj para el ultimátum de convocatoria de elecciones lanzado por España y otros países europeos. De lo contrario, amenazan con sumarse a la mayoría de países latinoamericanos y a EE. UU., que han reconocido a Guaidó. "Las naciones auténticamente democráticas están de parte de la mayoría de la población", consideraba el cardenal.

Al cardenal Porras le parece sin embargo "indudable" que en la situación actual "no hay otra salida más que la negociación". Una palabra con connotaciones muy distintas a "diálogo", que "está vetada en Venezuela; es casi como un insulto", porque durante 20 años el Gobierno la ha utilizado para perpetuarse en el poder.

"No puede ser solo sentarse a conversar. ¿Por qué, para qué, cuándo, cómo?", pregunta. "El Papa ya no usa esa palabra desde hace tiempo", hace notar Porras, sin aludir directamente al fracaso de la mesa de diálogo auspiciada por el Vaticano. "Ahora usa 'concordia'. Es comprensible" que también este término genere críticas "en instituciones polarizadas. Pero no hay que armar de eso un problema mayor".

El administrador apostólico de Caracas (cargo al que recurrió el Papa para sortear el derecho de veto que el Gobierno venezolano tiene en el nombramiento del arzobispo de la capital) se muestra más preocupado por el hecho de que durante estos días los sectores oficialistas "digan que están dispuestos a conversar con los altos poderes extranjeros, pero no se hable con la gente sencilla, que se ha expresado de forma masiva" y a la que solo se ha respondido con "represión".

Durante su estancia en Panamá, no han dejado de llegarle noticias de la violencia ejercida por las fuerzas gubernamentales en zonas populares. "Sobre todo contra jóvenes, incluso menores. Algunas familias cuentan cómo llegan por la noche, entran a la fuerza y se llevan a los muchachos no se sabe dónde. Realmente clama al cielo".

Según entidades como el Foro Penal Venezolano y el Observatorio Venezolano de Conflictividad, hasta el lunes habían fallecido 35 personas durante las protestas, y 850 –incluidos 77 adolescentes desde los 12 años– habían sido detenidas.

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A la espera de los militares

Si alguien echaba en falta claridad, dos de sus colaboradores más cercanos la aportaban. También en la JMJ, el cardenal Sean O’Malley, miembro del C6 - los seis cardenales más cercanos al Papa Francisco , mostraba su decepción por que "los militares no estén todavía con Juan Guaidó", presidente de la Asamblea Nacional que la semana pasada, tras denunciar la ilegitimidad del segundo mandato de Nicolás Maduro, se proclamó presidente interino del país entre manifestaciones de apoyo, y de rechazo.

"Tiene que haber un cambio. Guaidó ha propuesto una fórmula que podría evitar una guerra civil y más violencia", continuaba el cardenal estadounidense.

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