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El milagro de Jaime tras superar el accidente que pudo dejarle tetrapléjico: “Solo pensaba qué sería de mí”

Nuestro protagonista hoy consigue caminar con la ayuda de sus muletas

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 14:23

La historia de Jaime demuestra que siempre hay motivos para creer en los milagros. Su vida se vio truncada hace dos años, en junio de 2017, en la playa de Gandía, cuando tenía 19 años. Fue allí donde sufrió un aparatoso accidente que le llevó a una hospitalización y a un proceso de recuperación que se prolongó hasta hace apenas tres meses.

Aquella noche, Jaime se encontraba de vacaciones junto a su padre. Tras la cena, Jaime quedó en el apartamento de unos amigos para tomar algo. Luego se dirigieron al paseo marítimo de Gandía, donde se encontraron con un ambiente festivo. En un momento de la noche, él y uno de sus amigos decidieron bañarse.

El agua cubría a Jaime por la cintura, por lo que optó por tirarse definitivamente, como había hecho tantas veces a lo largo de su vida. Pero aquella noche fue distinta. Tuvo la mala suerte de que en la zona en la que se lanzó había una duna de arena, sobre la que impactaron sus brazos y luego la cabeza. La desafortunada caída le provocó una lesión cervical que le impedía mover todo el cuerpo, excepto la cabeza.

En un primer momento, sus amigos pensaban que se trataba de una broma: “Se acercaron a mí, y al comprobar que no me podía mover, llamaron a una ambulancia para trasladarme al hospital de Gandía.” 

La falta de medios hizo que fuese derivado al clínico de Valencia, donde le diagnosticaron una tetraplejia: “Mi lesión era tan grave que el pronóstico era que me quedara de por vida en una cama articulada, tumbado. Ni siquiera iba a poder estar sentado en una silla de ruedas, ya que me produciría mareos.”

Este primer diagnóstico hizo que Jaime entrara en estado de shock: “Solo pensaba en qué sería de mí el resto de mi vida. Fue muy duro. Lo peor fue ver a mis padres y amigos. Al principio no me lo creía.”

Al tratarse de una lesión medular, fue trasladado al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo. El pronóstico era algo más optimista, aunque sin alardes. Podría recuperar un máximo del treinta por ciento de su movilidad. Más allá de este porcentaje, los sanitarios lo calificaban de milagro. Y es que aún en Valencia, la parálisis corporal de Jaime le provocó una grave herida en la cabeza, que le obligó a ser intervenido quirúrgicamente hasta en dos ocasiones: “Tras la primera operación tuve un fallo multiorgánico de la que sobreviví gracias a las máquinas. Fue un milagro salir adelante.”

Aquel contratiempo hizo que su rehabilitación se retrasara por un periodo de ocho meses, en los que su masa muscular continuó atrofiándose. Tras 26 meses de duro trabajo, Jaime ha roto todas las expectativas. Hoy consigue andar con la ayuda de sus muletas. Incluso en su vivienda las deja a un lado para dar unos pasos: “Es un avance enorme que no se esperaba nadie. Recuerdo que al principio recuperé la movilidad de mis brazos, con lo que ya me conformaba, porque me permitía ser más independiente. Pero de la noche a la mañana noté una contracción en la pierna, y cada semana fue a más. Mi trabajo en el gimnasio y en el fisio me permitió seguir avanzando, empecé a ducharme solo, a cambiarme de ropa sin ayuda... hasta que un día, con un arnés, probamos a ponerme de pie. Mis piernas no respondieron bien al principio, pero fui mejorando hasta hoy.”

Todo un milagro y un sueño cumplido para nuestro protagonista. Jaime incluso reconoció que sintió vértigo al comprobar que podía volver a caminar: “Ya lo había olvidado. Tenía mucho miedo por no poder controlar mis movimientos y mantener el equilibrio. Pero gané mucha confianza y la energía para continuar.”

Las fuerzas las multiplicaron su familia, amigos, y por supuesto el Santísimo Cristo de la Salud, protagonista en la Semana Santa de Cuenca, y al que Jaime espera algún día volver a cargar como antaño, antes del accidente: “Ya no podré cargar el Cristo nunca, pero al menos sí quiero dar unos pasos con él. Ha sido mi gran apoyo”, nos cuenta emocionado.

Su futuro es esperanzador. Incluso este año se ha animado a estudiar fisioterapia, en parte para seguir aprendiendo más de los entresijos de su lesión. Todo un ejemplo a seguir.

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