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Mayores al pie del cañón y la historia del guardia civil Román David.

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Tiempo de lectura: 4'Actualizado 00:25

Han pasado ya más de cinco años. Fue el 22 de septiembre de 2013 cuando a Román David le cambió la vida por completo. Un guardia civil que quedó parapléjico tras recibir un disparo en el cuello durante un atraco que se produjo en el Mercadona de la localidad toledana de Yuncos.

Su vida cambió pero en su localidad y en la provincia de Toledo nadie olvida su caso, que sirve también para reconocer la impagable tarea que realiza día a día la Benemérita. Han sido numerosas las carreras que se han realizado en su honor y a beneficio de los lesionados medulares. Y es que su recuperación la llevó a cabo en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde recuperó la movilidad del brazo izquierdo, que había quedado inutilizado tras el disparo. No podía ni mover los dedos de la mano. Ahora vive con sus padres, en Villasequilla, donde nacieron él y su familia. A consecuencia de su paraplejia, se le reconoció una invalidez del 84%. Desde 2016 es pensionista. Una vida que se vio truncada, pero de la que Román David sale adelante, aunque cueste: “Es duro porque cuando salí del hospital tras nueve meses de ingreso, te enseñan a ser lo más independiente posible, pero después es cuando te enfrentas a la realidad, a la que te tienes que adaptar. Para mí el deporte fue un aliciente para mantener la mente despejada y conseguir más agilidad.”

Mayores al pie del cañón

No vamos a contar ningún secreto si decimos que en muchos casos las personas mayores son la piedra angular de una familia. No solo porque hacen valer su experiencia y su sabiduría. Es que en numerosos hogares se han convertido en el gran sustento económico. Una situación que se ha agravado en los años de crisis.

Han sido tiempos en los que eran muy frecuentes ver como sus hijos se quedaban sin empleo y no tenían más remedio que volver al hogar de sus padres por falta de recursos. Un paso vital atrás. El problema es que en el paquete iban incluídos sus nietos. Eso ha dado lugar a que con pensiones que apenas llegan a los mil euros haya demasiadas bocas que alimentar. Y de la jubilación soñada, pues toca seguir arrimando el hombro. En “Imparables” homenajeamos a algunos de esos mayores.

Es el caso de Josefa, que a sus setenta años, es el alma de su familia. Entre su pensión y la de su marido, apenas alcanzan los mil euros, cantidad con la que mantienen a sus dos hijos, uno de ellos separado y el segundo soltero, y a sus dos nietos en edad escolar. Seis bocas que alimentar. Un tercio de la pensión que percibe el marido de Josefa, de 76 años, está embargado por el banco, al ser el avalista de su hijo pintor en su fallido negocio. Negocio por el que contrajo una deuda de 45.000 euros, después de que las empresas para las que trabajaba quebraran, dejándole a deber varios pagarés.

También hemos contado la historia de Luis, que se jubiló hace unos años, aunque ello no implique que haya dejado de trabajar a sus 73 primaveras. Más bien todo lo contrario. Junto a su mujer, cuidan de su hija de 45 años, que padece una discapacidad grave fruto de una parálisis cerebral que se produjo durante el parto. Desde primeras horas de la mañana, ambos desempeñan las tareas diarias: “Por la mañana tenemos que vestirla, que bañarla, darle de desayunar... y ya enseguida la recogen en un furgón para desplazarla al centro de día del que dispone la Asociación de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual en Albacete.”

A las cuatro y media de la tarde, su hija regresa a casa. Hay que ponerse las pilas: “Primero la acostamos a dormir la siesta un rato, y luego nos vamos a visitar a los nietos, damos un paseo, le ponemos música para estimularla y la damos de cenar. A las diez y media la acostamos. Y todo lo hacemos sin ayuda mi mujer y yo. Pero lo hacemos encantados, porque es nuestra hija.”

Pepe Domingo Castaño, en “Imparables”

Pepe me recibió en camisa y deportivas blancas, que combinaba muy bien con su piel morena, un tanto campestre. La verdad es que no fue difícil acceder a uno de los mitos vivientes de la radio, aunque siempre mantienes la tensión del momento, similar al de una primera cita: ¿qué le digo? ¿de usted o de tu? ¿me hago el graciosillo, o le sentará mal? Lo mejor es dejarse llevar. Al fin y al cabo es de carne y hueso.

Decía que no fue difícil gestionar la entrevista. Su secretaria, Ana García, nos lo puso muy fácil desde el primer momento. Ya en la entrada principal de COPE, una vez me identifiqué en el control de seguridad, se acercó a la hora convenida Jorge Armenteros, animador de Tiempo de Juego. No pude evitar una sonrisa al verle, ya que me parece una de las personas que mejor rollo transmite en la radio. Me trasladó hasta el despacho de Xuancar, el director de deportes del Grupo COPE, con el que intercambiamos algunas palabras. Estuvo muy cordial, algo que agradecí.

Al instante accedió al despacho Pepe Domingo Castaño. Medio siglo de radio ante mí. Pepe nos confesó que él tampoco se lo cree: “A mí me dicen hace veinte años que yo iba a estar trabajando con esta edad -76 años- y no me lo hubiera creído. Lo consigo tratando de superarme cada día, teniendo el afán de hacer el mejor programa de mi vida. Y hasta que no lo consiga no pararé.”

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