Los españoles volvemos a las urnas el diez de noviembre. Un lujo que escasea en muchos rincones del planeta. Quienes tenemos la suerte de hacerlo en cada cita electoral quizá no valoremos lo suficiente el gesto de depositar una papeleta para elegir a los representantes políticos para ¿los próximos cuatro años? 

Pero quienes lo estarán saboreando desde hace un año serán las 100.000 personas con discapacidad intelectual, enfermedad mental o deterioro cognitivo que se vieron beneficiados por la aprobación en el Congreso de los Diputados de la reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General que les permitía recuperar su derecho al sufragio.

Hasta entonces, el artículo 3 de la Ley Electoral establecía que carecen de derecho a voto, entre otros, “los declarados incapaces en virtud de sentencia firme, siempre que la misma declare la incapacidad de derecho a sufragio”.

María fue una de las personas 100.000 personas con discapacidad intelectual que ha recuperado su derecho. Luchó con uñas y dientes por ello: “Fuimos muchos lo que reivindicamos nuestro derecho en el Congreso. A mí me incapacitó un juez, mientras que otro rechazaba esa sentencia y defendía que sí tenía derecho. No somos niños, tenemos capacidad para poder participar”.

Uno de los técnicos de accesibilidad cognitiva de AFANIAS, Jacob Pineda, ha explicado que el motivo por el que se les arrebató el derecho a votar fue para proteger legalmente a las personas “en situación de vulnerabilidad.” De esta manera, apunta Pineda, “se evita que vivan situaciones en las que le engañen, les hagan firmar papeles que implica unos consentimientos que ellos mismos desconocen… Por ello, se inició este proceso de incapacitación para que, ante la ley, fuesen considerados menores de edad.”

Mari Cruz es una de las mujeres que ha recuperado también la libertad de decidir en las elecciones generales del 28 de abril y del 26 de mayo de este año. Por ello, aunque valora lo logrado, reconoce que está cansada de votar tantas veces seguidas: “Cansa porque siempre salen los mismos y no hacen absolutamente nada”.

Otro hándicap con el que se encuentra el colectivo es la dificultad a la hora de acceder y comprender los programas electorales. Javier recurre para ello a los programas de lectura fácil: “Sin esta herramienta no puedo entender lo que dicen, hablan demasiado rápido”.

Jacob Pineda ha precisado que “la herramienta de apoyo de lectura fácil está calando en las administraciones, de manera que de cara a las elecciones del 28-A y 26-M hubo un gran movimiento de los partidos para habilitar su programa en lectura fácil en su página Web”.

Además, según el técnico en accesibilidad cognitiva, el programa de lectura fácil era más descargado que el normal, pese a que no se trataban en muchos casos de personas con algún tipo de discapacidad: “Era una herramienta pensada para el apoyo de personas con dificultades de comprensión, y de la que al final se ha beneficiado el resto de la sociedad”.