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La despreciable extorsión que sufrió Samuel por fiarse de las redes sociales

Samuel fue víctima de una mafia digital

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Tiempo de lectura: 2'Actualizado 02:26

Samuel fue víctima de una extorsión cuando tenía 29 años. Ahora con 31, sigue con el susto metido en el cuerpo, ya que no controla la situación. Todo sucedió una noche en la red social de Facebook cuando, de repente, una chica solicitó la amistad de Samuel. Él aceptó. La chica, tal y como reconoce el joven treintañero “estaba de muy buen ver.” Ambos comenzaron a chatear. En un momento de la conversación, Samuel accedió a compartir con la chica unas fotografías y unos vídeos comprometidos.

Lo peor, es que en las imágenes aparecía su rostro: “Unos minutos más tarde de compartir las fotografías, la chica me amenazó advirtiéndome de que si quería que las imágenes y los videos no vieran la luz, debía abonarle 500 euros. Una extorsión clara. En ese momento me alarmé, porque no me lo esperaba. Intentaba convencerla para que no lo hiciera, pero son mafias expertas. Se ganan tu confianza y, en pocos minutos, te engatusan para que les envíes material sensible.”

Samuel se mostró firme, y optó por no pagar: “Le comenté que no iba a ceder, pero la chica insistía en sus amenazas. De hecho, me argumentaba que tenía todos mis contactos, sabía quiénes eran miembros de mi familia…” En ese momento, navegando por la red para solicitar ayuda, observó a través de Facebook el anunció de la asociación Stop Violencia de Género Digital“Contacté con ellos, y lo primero que me dijeron es que no cediera, ya que si pagaba entraría en un ciclo complicado de salir. Me comentaron que había caído en una mafia de extorsión, en el que una chica de buen ver te engatusa hasta que le facilitas el material para chantajearte. ”

La asociación apaciguó los nervios de Samuel, aunque ello no implicase que fueran sinceros con él. Y es que, al cometer el error de compartir contenido sensible con la mafia, se tenía que mentalizar de que no tenía el control de la situación y de las consecuencias que pudieran acarrear: “Me insistían en que no pagara, porque si en la primera conversación no cedía, los chantajistas procederían a la búsqueda de nuevas víctimas. Lo que buscan es ponerte nervioso con amenazas, pero finalmente no las cumplen. No obstante, el temor sigue ahí.”

A Samuel no le consta que las fotografías y los videos se hayan publicado. Al menos en sus redes sociales: “Espero no llevarme una sorpresa en el futuro. Sin embargo, siempre vives con el miedo de que pueda suceder y se publiquen. Yo tuve la suerte de que la asociación me guio rápidamente y pude reaccionar. En ese momento lo pasas mal. Si no te ayudan, el impulso natural es aguantarte y pagar.”

El contenido, como hemos comentado, sigue en poder de la mafia. No hay forma de controlarlo. A día de hoy, Samuel no puede hacer mucho más: “Ahora mismo no agrego a mis redes a gente que no conozca. He aprendido la lección. El primer consejo que doy a las personas que están pasando por mí misma situación es que no compartan ningún contenido comprometido con personas desconocidas. Si cometes el error de hacerlo, no lo hagas dando a conocer tu rostro o algo singular que te identifique.”

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