El Gobierno de Pedro Sánchez pone la mirada en los funcionarios. En plena búsqueda de socios para sacar adelante los presupuestos, en medio de una crisis económica sin precedentes, coloca sobre la mesa uno de los temas que siempre genera controversia: el sueldo de los empleados públicos.

De momento, lo que propone es una posible congelación. En ningún caso están hablando, al menos en público, de recortes. Lo ha confirmado en Herrera en COPE, Nadia Calviño: “Tenemos que tener en cuenta que en los últimos años ha habido ganancias de poder adquisitivo tanto del colectivo de los funcionarios como del colectivo de los pensionistas. Y es también el hecho de que este año los indicadores apuntan a una inflación en el entorno del 0 por ciento”.

De momento no proponen recortes, aunque siempre es una opción, con el evidente desgaste político. Más ahora, que hace cuatro días estábamos aplaudiendo a médicos, enfermeros y policías. Todos empleados públicos. En todo caso, en elPSOE tienen experiencia -y no tan lejana- en el recorte del sueldo de los funcionarios. En la anterior crisis económica, sin pandemia de por medio, el presidente Rodríguez Zapatero les mandaba este recado desde la tribuna del Congreso. Era mayo de 2010. Así lo contaba: “Reducir las retribuciones del personal del sector público en un 5% de media a partir de junio de 2010 y congelarlas en 2011”.

Cualquier movimiento que afecte a los funcionarios provoca revuelo. En España hay 2 millones y medio de empleados públicos, de los que más de la mitad, el 57%, trabajan en las comunidades autónomas.

Este último dato publicado, en julio de 2019 ya refleja un aumento de 17.000 funcionarios más que el anterior informe que se publicó medio año antes.

Por lo demás, el PSOE y Podemos han formalizado en el registro del Congreso su apoyo a la comisión de investigación del caso Kitchen, esa operación, supuestamente, ideada en el Ministerio del Interior para espiar al tesorero Luis Bárcenas. Aquí los dos socios del Gobierno tratan de buscar una vía de escape, un respiradero para que no se hable de la presunta caja B de Podemos y de la deficiente gestión de la pandemia. Por eso la estrategia está clara: Tratar de acorralar al PP durante tres meses. Montamos el paseíllo y que vayan desfilando, incluidos Mariano Rajoy y Pablo Casado, aunque en aquel momento era diputado raso.