Acaba la semana: echa uno la vista atrás y no da crédito de lo que hemos estado hablando. Hemos hablado del posible plagio de una tesis doctoral del presidente del Gobierno, de una reforma de los aforamientos de los políticos que es media pensionista, de la bronca con motivo de la comparencia de Aznar en el Congreso, fuego de artificio que solo genera desencanto, de unos correos privados de los jueces que ponen nerviososo a los independentistas, hemos hablado de que hace un año el independentismo reventó los coches de la Guradia Civil, no hemos hablado ni un minuto de la reforma de la formación profesional, de las causas del fracaso escolar, de cómo conseguir mejores profesores, de cómo mejorar nuestra productividad, de cuál debe ser la posición de España en un mundo cada vez más asíatico, de nuestra propuesta para afrontar el reto migratorio, de un modelo ciudadano en el que podamos integrarnos todos, cada uno con su identidad, de cómo fomentar la innovación, del valor del arte en la educación, de la confianza en el mundo social y en el mundo empresarial, de nuestra crisis demográfica, de cómo reformar el sistema de pensiones, de cuál puede ser nuestra aportación cultural en un mundo globalizado.