La foto que me llamado la atención la publica hoy el diario El Mundo en su sección de Madrid. Podría titularse inminencia. Debe ser un retrato de hace unos días. Porque la escena está bañada de una luz de tarde de invierno. Luz clara y ventilada de Madrid que en la madurez del día produce sombras alargadas. Las protagonistas son todas mujeres. Pero no hay cuotas ni nada parecido en este retrato tomado a las que esperan, bajo una marquesina, el autobús. Detrás del cristal transparente, una pared llena de carteles publicitarios que han sido arrancados y que han dejado el muro como si estuviese despellejado.

Una de las señoras, con un abrigo corto, fuma. La de más allá, muy coqueta ella, gasta unos tacones altos y un rubio muy cardado. Otras dos van más de faena, chaquetón de invierno por aquello de las corrientes. Pero en este tiempo ya sabe que hay de todo, y una de ellas luce una falda vaquera corta y no ha creído conveniente ponerse medias. Cuento hasta ocho mujeres. Y todas ellas, menos dos, que son las más jóvenes, tienen girada la cabeza y el cuerpo hacia la derecha. No se ve cómo de lejos está el autobús pero su inminencia, la inminencia de la llegada, las hace que miren atentas, atraídas, polarizadas, que miran el número de la línea, que calculen ya cuándo van a llegar a su destino.

Esperar que llegue algo o alguien es siempre así, ya sea bajo una marquesina, en el anden del tren, al borde un río, o al borde la vida. Espera uno porque sabe que llegará, si no tienes la seguridad, si dudas, no esperas. Y ante la inminencia de que llega aquello que esperas todo tu ser se vuelve, se gira. Te giras al escuchar la llave en la puerta, los pasos conocidos y queridos, la voz familiar o ansiada.

Esperamos lo previsto y hay ocasiones en las que esperamos lo imprevisto, un instante de belleza, una segundo de atención a la luz de la tarde del invierno que se va, un gesto, un rostro, nos hace tener la sensación, la seguridad, de que algo improbable está a punto de suceder, y entonces nos giramos, muy atentos, porque sabemos que la alegría es inminente.